martes, 28 de diciembre de 2010

EL ASESINO DE LAS ROSAS

Por Handry santana

La frustración escribía con inquietud a pulso sobre la mano temblorosa del detective. Quince víctimas descuartizadas, todas con el mismo perfil y la borrosa imagen de un asesino cuyas huellas se desvanecían en el aroma del ramillete de rosas que dejaba sobre la horrenda escena embadurnada de sangre y dolor.

Tres años de búsqueda siguiendo pistas inauditas, las que solo balbuceaban falsas sospechas, engavetadas en el quinto cajón. El café perdía su sabor. La obsesión por descubrir el homicida robó las razones de Lucas. La carrera brillante del detective se apagaba. Vivía seducido por los detalles que ocultaban a una mujer tras cada muerte.

Sentía lo que no podía entender. Cada nuevo asesinato era su alimento. Una composición enfermiza de odio y redención. Estaba envuelto por el mundo esotérico de una asesina en serie.
Una llamada anónima rompió el silencio y la espera. Alguien relató detalladamente la actitud extraña de una mujer de unos 35 años en su edificio, quien coleccionaba corazones sumergidos en frascos de formol colocados como adornos por todo el departamento. Mas conmovido que apresurado llegó en minutos al lugar. Después de 36 meses era la primera vez que su intuición hablaba. Desembolsó su pistola abriendo la puerta de un tirón. El apartamento estaba vacío sin evidencias de que alguien lo hubiese habitado en años. Las arañas tejieron con sus hilos el tiempo en las profundas sombras.

Con la voluntad atrofiada se sintió burlado. El oscuro cuarto taladraba su conciencia, dejaría el caso para recuperar su vida. De repente unas manos apretaron con fuerza un paño sobre su rostro hasta dejarlo aturdido.

Al abrir los ojos estaba encadenado a un viejo sofá en un lugar húmedo que parecía ser un sótano. Frente a él una pared cubierta de recortes de fotos de las víctimas y publicaciones de la prensa sobre su trabajo en el caso del “Asesino de las rosas”, como había sido bautizado. Por unos segundos no comprendía que sucedía hasta que una figura de incomparable belleza cubrió el espacio.

Su mirada de versos provocaba delirios agonizantes en Lucas. Un híbrido entre la pueril fantasía de quien había ocupado sus años, el temor y el repudio le hicieron gritar. “No grite detective Lucas, nadie podrá escucharlo. ¿Quiere saber por qué lo hago? He descubierto el secreto de la eterna juventud. Me alimento del corazón de las mujeres más bellas. Usted ha querido mostrarle al mundo el asesino, y yo lo haré”.

Tres días después los principales diarios del país publicaban en primera plana el suicidio del Detective Lucas Borbón, presunto “Asesino de las rosas”, encontrado muerto junto a una atemorizada joven que sería su próxima víctima.

2 comentarios:

  1. Handry,
    Estoy entre los mas grandes y asiduos admiradores de sus relatos, hijos de una fertil imaginación, y sus vivencias y reflexiones repletas de pasión. Como siempre, me encantó este. Siendo más fácil de digerir que otros suyos, donde no hay la galería de espejos donde se reflejen los destellos de luz y sombras a que nos tiene acostumbrados, está muy bien logrado y su final es nada predecible y nos deja en suspenso. ¿Terminarán con el "suicidio" de Lucas los asesinatos en serie?
    Muy divertida su historia. Esperamos el próximo relato.
    Sinceramente.
    Isaías

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  2. Gracias Isaías por sus palabras motivadoras. Con mucho entusiasmo comparto mis letras con usted y toda la gran famalia de Mao en el Corazón, que tambíen es mi casa. No soy escritora, ni nada parecido; pero me encanta dejar volar mi imginación. UN fuerte abrazo
    Handry

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