jueves, 18 de abril de 2013
SEGÚN DARÍO 18:07
EL CASO TANCREDO MARTÍNEZ
Por Rafel Darío Herrera
El autor es historiador y profesor universitario; miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia
Muchos maeños conocieron al doctor Tancredo Eloy Martínez García (nacido en Santo Domingo en 1916) pero probablemente desconocen los detalles del atentado de que fue víctima en México, en la década de los cincuenta del siglo pasado. El Dr. Martínez se hallaba vinculado a Mao pues el 11 de marzo de 1950 contrajo nupcias con Diana del Carmen Madera Rodríguez (nacida el 20 de febrero de 1922), hija de Francisco Leovigildo Madera Rodríguez (Panchito) y Dolores Emilia Rodríguez (Bobita).
Martínez García, quien era hijo de Tancredo Martínez y Elvira García, ejerció la carrera de diplomático y en tal condición laboró en varios países de Latinoamérica. En 1947, por ejemplo, se desempeñaba como Agregado Civil de la embajada dominicana en Puerto Príncipe, Haití, pero el 11 de marzo de 1949 solicitó que lo retiraran de la misión diplomática por el estado de inseguridad que prevalecía allí.
También ejerció funciones diplomáticas en Lima, Perú, donde entabló amistad con el alemán Alfredo Vosssirm a quien le confesó su decisión de renunciar de su puesto para asilarse en México donde se dedicaría a luchar contra la tiranía. Consciente del peligro de su decisión Martínez alertó a los demás miembros de su familia sobre las “consecuencias desagradables” que su decisión acarrearía y le solicitó a Vosssirm entregar una carta a uno de sus hermanos en el país pues la dictadura violaba todas las correspondencias. (Véase el libro de Alfredo F. Vosshirm, De la esvástica a la palmita, Santo Domingo, 1993, p. 149.).
En junio de 1957 Martínez declaró a la prensa mexicana la existencia de un complot organizado por Trujillo para asesinar a exiliados dominicanos opuestos a la dictadura. La trama contra Martínez la empezó a urdir el funesto Johnny Abbes, a quien Trujillo había nombrado como secretario de segunda clase de la embajada dominicana en México, y para tal propósito reportó que Martínez había caído en desgracia con sus compañeros ya que sospechaban que fungía como espía de la dictadura. Al enterarse del informe, Martínez le expresó directamente a Abbes que había renunciado como vicecónsul en Miami para poder vivir con su conciencia tranquila sin servirle a un dictador, y de inmediato el avieso personaje sugirió a Trujillo su asesinato.
Posteriormente, el embajador de México, Ramón Brea Messina, compadre de Martínez, le informó de un plan maquinado por Abbes para simular un atentado contra el Embajador, imputárselo a los exiliados y luego eliminar uno de ellos. Brea Messina se enteró de una solicitud que le formuló Abbes a Trujillo para que este último hiciera un recibo falso a nombre de Tancredo Martínez por concepto de servicios de espionaje, para hacérselo llegar a Ramón Grullón, exiliado también en México y de esa manera desacreditarlo. Poco tiempo después tirotearon a la Embajada y Brea Messina procedió a informar de manera confidencial a la Cancillería mexicana de los macabros planes de Abbes, lo cual determinó la salida del vesánico personaje del país azteca.
Pero ya existía el designio de liquidar a Tancredo por su desafección de la dictadura y el 23 de septiembre de 1957 fue atacado mientras entraba a su oficina en la ciudad de México. Martínez, quien editaba la revista antitrujillista Opinión Pública y laboraba en una empresa comercial, recibió diversos impactos de bala que le perforaron la mejilla y le afectaron ligeramente la espinal dorsal, por lo cual permaneció más de un mes hospitalizado. La policía judicial mexicana calificó el atentado como un “crimen político”.
Por la descripción que hizo Martínez y su esposa Diana, la policía mexicana determinó que se trataba del pistolero cubano Ricardo Bonachea León, quien formaba parte de una banda de asesinos a sueldo que mantenía Trujillo para cometer actos de terrorismo contra sus oponentes en el exterior, dirigido por Johnny Abbes García. La publicación en la prensa mexicana de una foto extraviada del matarife cubano le permitió a este escapar hacia Guatemala donde residía Abbes. (Bernardo Vega, Almoina, Galíndez y otros crímenes de Trujillo en el extranjero, Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 2001, pp. 94-106).
Para despistar a la opinión pública, los servicios de contraespionaje de la dictadura emitieron un comunicado en el que aclaraban que el matón Bonachea León no podía ser agente dominicano porque era un reconocido izquierdista miembro del Movimiento 26 de Julio, y por ende, enemigo de Trujillo. Además denunciaron que Martínez se hallaba involucrado en actividades revolucionarias con peligrosos elementos cubanos y de otras nacionalidades y que mantenía contactos con la dirigente comunista Hilda Kruger de la Torres que residía en Nueva York.
Sin embargo, luego del atentado contra Tancredo Martínez los demás miembros del exilio antitrujillista residentes en la ciudad de México se sintieron atemorizados por la presencia allí de otros criminales al servicio de Trujillo y el 11 de febrero de 1958 le dirigieron una carta al presidente mexicano Adolfo Ruiz Cortines, en la que denunciaban sentirse amenazados de “inminente peligro”. Le plantearon que la policía mexicana poseía “los medios y el conocimiento de hechos que le permitirían identificar y apresar a los agresores de Tancredo Martínez, así como prevenir nuevas agresiones de terroristas a sueldo de Trujillo”. Pero los exiliados políticos desconocían que Trujillo también había sobornado tanto a la policía como a un sector de la prensa de ese país.
Asimismo, le solicitaron al presidente Ruiz Cortines tres puntos concretos. En primer término que se pusiera fin a las actividades de la red de agentes criminales que dependían de la embajada de Trujillo; en segundo lugar que se continuara la investigación del caso de Tancredo Martínez hasta apresar y condenar a los agresores y en tercer lugar que el Presidente impartiera las instrucciones de lugar para que las autoridades garantizaran sus vidas en el exilio.
La carta la firmaban relevantes antitrujillistas como los hermanos Gustavo Adolfo y José A. Patiño, Juan Ducoudray Monsfield, Ramón Grullón, Pericles Franco Ornes, Julio Raúl Durán, Luis Rafael Quezada y por supuesto, la esposa de Tancredo, Diana Madera de Martínez.
Un informe de inteligencia del 12 de marzo de 1959 revelaba que Tancredo Martínez temía ser víctima de un nuevo atentado y solicitó protección a las autoridades mexicanas por medio de la asignación de un agente policial permanente.
Por Rafel Darío Herrera
El autor es historiador y profesor universitario; miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia
Muchos maeños conocieron al doctor Tancredo Eloy Martínez García (nacido en Santo Domingo en 1916) pero probablemente desconocen los detalles del atentado de que fue víctima en México, en la década de los cincuenta del siglo pasado. El Dr. Martínez se hallaba vinculado a Mao pues el 11 de marzo de 1950 contrajo nupcias con Diana del Carmen Madera Rodríguez (nacida el 20 de febrero de 1922), hija de Francisco Leovigildo Madera Rodríguez (Panchito) y Dolores Emilia Rodríguez (Bobita).
Martínez García, quien era hijo de Tancredo Martínez y Elvira García, ejerció la carrera de diplomático y en tal condición laboró en varios países de Latinoamérica. En 1947, por ejemplo, se desempeñaba como Agregado Civil de la embajada dominicana en Puerto Príncipe, Haití, pero el 11 de marzo de 1949 solicitó que lo retiraran de la misión diplomática por el estado de inseguridad que prevalecía allí.
También ejerció funciones diplomáticas en Lima, Perú, donde entabló amistad con el alemán Alfredo Vosssirm a quien le confesó su decisión de renunciar de su puesto para asilarse en México donde se dedicaría a luchar contra la tiranía. Consciente del peligro de su decisión Martínez alertó a los demás miembros de su familia sobre las “consecuencias desagradables” que su decisión acarrearía y le solicitó a Vosssirm entregar una carta a uno de sus hermanos en el país pues la dictadura violaba todas las correspondencias. (Véase el libro de Alfredo F. Vosshirm, De la esvástica a la palmita, Santo Domingo, 1993, p. 149.).
En junio de 1957 Martínez declaró a la prensa mexicana la existencia de un complot organizado por Trujillo para asesinar a exiliados dominicanos opuestos a la dictadura. La trama contra Martínez la empezó a urdir el funesto Johnny Abbes, a quien Trujillo había nombrado como secretario de segunda clase de la embajada dominicana en México, y para tal propósito reportó que Martínez había caído en desgracia con sus compañeros ya que sospechaban que fungía como espía de la dictadura. Al enterarse del informe, Martínez le expresó directamente a Abbes que había renunciado como vicecónsul en Miami para poder vivir con su conciencia tranquila sin servirle a un dictador, y de inmediato el avieso personaje sugirió a Trujillo su asesinato.
Posteriormente, el embajador de México, Ramón Brea Messina, compadre de Martínez, le informó de un plan maquinado por Abbes para simular un atentado contra el Embajador, imputárselo a los exiliados y luego eliminar uno de ellos. Brea Messina se enteró de una solicitud que le formuló Abbes a Trujillo para que este último hiciera un recibo falso a nombre de Tancredo Martínez por concepto de servicios de espionaje, para hacérselo llegar a Ramón Grullón, exiliado también en México y de esa manera desacreditarlo. Poco tiempo después tirotearon a la Embajada y Brea Messina procedió a informar de manera confidencial a la Cancillería mexicana de los macabros planes de Abbes, lo cual determinó la salida del vesánico personaje del país azteca.
Pero ya existía el designio de liquidar a Tancredo por su desafección de la dictadura y el 23 de septiembre de 1957 fue atacado mientras entraba a su oficina en la ciudad de México. Martínez, quien editaba la revista antitrujillista Opinión Pública y laboraba en una empresa comercial, recibió diversos impactos de bala que le perforaron la mejilla y le afectaron ligeramente la espinal dorsal, por lo cual permaneció más de un mes hospitalizado. La policía judicial mexicana calificó el atentado como un “crimen político”.
Por la descripción que hizo Martínez y su esposa Diana, la policía mexicana determinó que se trataba del pistolero cubano Ricardo Bonachea León, quien formaba parte de una banda de asesinos a sueldo que mantenía Trujillo para cometer actos de terrorismo contra sus oponentes en el exterior, dirigido por Johnny Abbes García. La publicación en la prensa mexicana de una foto extraviada del matarife cubano le permitió a este escapar hacia Guatemala donde residía Abbes. (Bernardo Vega, Almoina, Galíndez y otros crímenes de Trujillo en el extranjero, Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 2001, pp. 94-106).
Para despistar a la opinión pública, los servicios de contraespionaje de la dictadura emitieron un comunicado en el que aclaraban que el matón Bonachea León no podía ser agente dominicano porque era un reconocido izquierdista miembro del Movimiento 26 de Julio, y por ende, enemigo de Trujillo. Además denunciaron que Martínez se hallaba involucrado en actividades revolucionarias con peligrosos elementos cubanos y de otras nacionalidades y que mantenía contactos con la dirigente comunista Hilda Kruger de la Torres que residía en Nueva York.
Sin embargo, luego del atentado contra Tancredo Martínez los demás miembros del exilio antitrujillista residentes en la ciudad de México se sintieron atemorizados por la presencia allí de otros criminales al servicio de Trujillo y el 11 de febrero de 1958 le dirigieron una carta al presidente mexicano Adolfo Ruiz Cortines, en la que denunciaban sentirse amenazados de “inminente peligro”. Le plantearon que la policía mexicana poseía “los medios y el conocimiento de hechos que le permitirían identificar y apresar a los agresores de Tancredo Martínez, así como prevenir nuevas agresiones de terroristas a sueldo de Trujillo”. Pero los exiliados políticos desconocían que Trujillo también había sobornado tanto a la policía como a un sector de la prensa de ese país.
Asimismo, le solicitaron al presidente Ruiz Cortines tres puntos concretos. En primer término que se pusiera fin a las actividades de la red de agentes criminales que dependían de la embajada de Trujillo; en segundo lugar que se continuara la investigación del caso de Tancredo Martínez hasta apresar y condenar a los agresores y en tercer lugar que el Presidente impartiera las instrucciones de lugar para que las autoridades garantizaran sus vidas en el exilio.
La carta la firmaban relevantes antitrujillistas como los hermanos Gustavo Adolfo y José A. Patiño, Juan Ducoudray Monsfield, Ramón Grullón, Pericles Franco Ornes, Julio Raúl Durán, Luis Rafael Quezada y por supuesto, la esposa de Tancredo, Diana Madera de Martínez.
Un informe de inteligencia del 12 de marzo de 1959 revelaba que Tancredo Martínez temía ser víctima de un nuevo atentado y solicitó protección a las autoridades mexicanas por medio de la asignación de un agente policial permanente.
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Rafael Darío,
ResponderBorrarExcelente artículo. Muy profesional. Gracias por compartirlo con los lectores de MEEC.
Isaías
Tuve el privilegio de llegar a conocer al señor Tancredo Martinez ,quien residía aquí en Mao en la calle Beller esquina Talanquera (la primera casa),quien tenía un hundimiento o vacio en su rostro del lado del maxilar izquierdo.
ResponderBorrarLuego de conocerlo me enteré de las cáusas y razones de su marcado rostro.
Gracias Rafael Dario por tu histórico artículo,de los que tantos necesitamos conocer
Manito
Trabajo como el de Rafael Darío son de los que hay que revivir, el nombre de Tancredo y su enemistad con el jefe eran conocidos en mao por casi todos los que tenemos 50 años o más pero no los detalles, satisface conocer informaciones que probablemente sean desconocidas por muchos.
ResponderBorrarPapito Mármol
Dario,de un erudito como tu no se puede esperar otra cosa,este excelente articulo demuestra hasta donde llegaban los tentáculos de este loco criminal de Trujillo.Ademas la valentía del Dr Tancredo Martínez,ligado sentimentalmente a una familia Maeña.Te felicito hermano. Jochy Reyes.
ResponderBorrarMuy interesante, Rafael Darío. Gracias. Yo también llegué a conocer a Don Tancredo y sabía acerca del atentado trujillista contra su vida, pero desconocía los detalles. Muy buen trabajo.
ResponderBorrarFernan Ferreira.
Muy buen trabajo Rafael Darío.Te exhorto a que escribas sobre el atentado a Panchito Madera . ¿Es posible ,hay moros en la costa? Felicidades y adelante . Abrazos . Evelio Martínez.
ResponderBorrarGracias a todos por sus comentarios. A Evelio que publicaré el atentado contra Panchito Madera.
ResponderBorrarLO QUE DICE UN ALEMÁN SOBRE EL CASO DE TANCREDO MARTÍNEZ.
ResponderBorrarAlfredo F. Vosshirm. De la esvástica a la palmita. Santo Domingo, Editora Taller, 1993, p. 149.
"Entre el Encargado de Negocios de la República Dominicana en Perú, Tancredo Martínez, y yo surgió una repentina amistad. Una noche, ya tarde, mientras Kovacs dormía en el Gran Hotel Bolívar, Tancredo y yo estábamos tomando nuestro tercer o cuarto trago de whiskey en su hogar cuando comenzó a hacerme ciertas confidencias. Habló durante una hora. Estaba amargado y tenía que desahogarse. Al parecer, Trujillo, había deshonrado una joven pariente cercana de él. La joven debía llegar a Perú en par de semanas y, aunque difícil, parecía que obtendría su permiso de salida. Después de su llegada Tancredo renunciaría a su puesto y se asilaría en México, donde se dedicaría a luchar contra la tiranía. Pero esto colocaría en posición peligrosa a otros miembros cercanos de su familia, por lo cual deseaba advertirlos para que estuvieran preparados para posibles consecuencias desagradables. Me preguntó si estaría dispuesto a llevarle una carta a su hermano, pues las comunicaciones con la República Dominicana estaban intervenidas. Se la llevé; poco después él desertó y no supe más nunca de él".
Rafael Darío Herrera