martes, 5 de octubre de 2010

DESVARÍO

Por Handry Santana

Respiro, inhalo. Voy llenando en cuatro momentos mis pulmones hasta saciar de oxígeno el estómago, descubriendo nuevos músculos. Sigo las instrucciones. Hablo con mis adentros, sostengo el aire que atrapé en un grave esfuerzo por sobrevivir a cuatro eternos segundos. Es un instante de largo placer. Se liberan las fibras ocultas de cada parte de mí.

Respiro, exhalo. Suelto sin sobresaltos una bocanada de vida retenida en mi pecho. Experimento alivio, he logrado escucharme por primera vez. Ramas de laurel cosquilleantes salen de mis oídos atentos, enredándose en mi cuello. Se convierten en el abrigo perfecto para esta mañana desnuda con tanta ropa encima.

Suben a su antojo peces de colores que juegan sobre mi lengua. Estoy poseída por el aroma del oxígeno ahogándome en la espuma de un idioma extraño que quiero hablar. Controlo la explosión desde el diafragma dormido, que ahora despierta vibrante en las cuerdas de mi voz.

Fueron purificadas las palabras, las de todos, y ahora retumban en la espalda del maestro. La sala se inundó con el fuego de esta nueva mirada, vivificada en los tonos distintos en los que muere el eco. Se rompe el momento, alguien llega tarde.

Los pies van de point a flex y braman de dolor; más yo no puedo sentirlos. He despegado las raíces del suelo, sin flotar, sin volar. Sigo en tierra. Solo respiro, inhalo, exhalo. Mi cabeza rueda, capturando mil fotografías en cada vuelta. Ahora anda sin dueño.

Cientos de hormigas caminan entre los poros, desplazándose en ritmos distintos sin excusas. Me sostengo en un péndulo. Transito desde la risa amplia hasta la sentida tristeza; hasta la inexplicable sensación de vacío de un rostro neutro.

Veo el “Lagarpez” con su enorme cola de escamas azules encumbrando sus alas en el centro del techo. Un híbrido poético entre un lagarto y un pez, que sale de las manchas del agua en las paredes. Se alimenta del silencio, adoptando formas extraordinarias que solo algunos pueden ver.

Hombros y brazos me abandonan, besando con quietud mis tobillos. Me estiro. Llueven naranjas sobre el vientre, rebotan como pelotas por todos lados. Se abre el suelo erupcionando los filamentos de horas de profundidad.

Respiro, me sumerjo en las heladas aguas del subconsciente, allí encuentro mis manos multicolores girando como trompo con la música del ventilador averiado. Regreso de un prolongado viaje en el aquí cercano.

Continúan mis compañeros atentos, mientras las clases de teatro siguen su rumbo. Hoy, aprendí a respirar. Mi voz lanza las palabras como burbujas claras y transparentes. Me incorporo al grupo terminando los ejercicios. Sonrío sin compartir el éxtasis. Ellos no se enterarán de cuánto disfruto respirar.

2 comentarios:

  1. Hola Handry; leí el primer párrafo de tu "Devario" y tuve que leerlo entero. Luego continué con el "Espejo"(excelente), "Diario de mis tacones" y todo el derroche de tu buena prosa. Mientras te leia pensaba en Emily Dickinson, aquella mujer mística que encerrada en una doble habítación, la de cuatros paredes y la de su existencia, escribió poemas encantadores y perennes. Dos cosas se conjugan cuando escribes: una alta inspiración trascendente y un dominio casi perfecto del lenguaje, que pocos escribidores dominan, con adjetivos introspectivos y exactos... no digo más para caer en... perdóname; pero eres provinciana y un escritor/ra de la orilla no puede escribir como tú: los capitalinos no te lo perdonarían. Pero aún así, creo que tienes una gran futuro en este complicado mundo de las letras. Joel Rivera: abogado y escritor de una orilla (San Pedro de Macorís) joelrivera3@hotmail.com

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  2. Cuando leo a Handry, las palabras parecen surgir de las sombras con reflejos que les siguen como colas que les dan extensión y las hace visible más allá de su duración física; son como destellos en la niebla de un bosque en la mañana o como multiplicaciones de la luz en una galería de espejos... en Handry, las palabras forman una estructura que danza en el aire y como un perfume agradable, su esencia queda suspendida mucho tiempo después que el atomizador que las produjo ha cerrado su boquilla.
    Siempre disfruto lo que escribe, Handry.
    Enhorabuena.
    Isaías

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