¿Qué te pasó mi niña? Te vi partir, no me aferro. He conocido el miedo. Ahora me queda solo una única compañía, la del universo...
Por Handry Santana
Son las diez y cuarto, media vida me da cuenta de lo que he vivido. Sin las llaves de mis puertas ocupando los espacios, 30 largos ya pesan en mis años.
Son las diez y cuarto, en un papel escribí los sueños que se gastaron. Se adormecen las caricias de las citas que no fueron. Estoy consciente he perdido.
Gravitando en mi calvario, soy víctima del tiempo. En el baúl que cargo mis desconsuelos ya no hay muchas cosas por perder. Subiré a nuestro árbol para escuchar las pláticas de los mortales, experimentando el vértigo de este sentimiento.
Las lágrimas se mudaron. Sin manos para suplicar, la voz se mezcla con la omisión, sin nada, sin nadie, tan solo.
Apagaste mi luna con un soplido. Un viernes sin fecha para tragar las punzadas. Te marchas de mi vida dejándome sentado con los ojos abiertos y las manos sucias de necesidad. Descanso mi pena invocando los lunares de una piel que ahora es ajena.
Te vi llorar. La angustia besó tu frente. Tus brazos, ahora tentáculos fueron el refugio de mis horas. Esos, con los que asfixias mi adoración. Se escapa la música y regresa el miedo. Me abandonas.
Niña hermosa, ¿En qué te has convertido? Cortaste el hilo de las tardes en el cielo.
Duermes enredada en las espinas del rosal. Aún conservas el aroma; pero hieren tus punzadas haciendo sangrar perfume de mis labios.
Recogiste tus cosas, entre los azules del fin de mis palabras. Te llevas mi mundo. Se asomó a tus ojos desquebrajada la realidad. No puedo darte nada, eres dueña de todo lo que tengo. ¿Con que me quedo si te vas?
¿Qué te pasó mi niña? Te vi partir, no me aferro. He conocido el miedo. Ahora me queda solo una única compañía, la del universo.
Quédate con el halago de la fascinación, con la danza del sudor de mi malicia. Olvidaré las horas que volaron sin pliegues a tu lado. Se secarán las rosas de este rosal.
Estuve dentro de tu cáliz, abrazado a tus sépalos, embriagado en tus pistilos. Me exiliaste entre tus pétalos hasta que la lluvia ahogó mis deseos de vivir en ti para siempre.
La “niña eterna” abrió su capullo. Suplico se detengan los trámites. Es espantoso saber que te pierdo. Los ojos se cansaron de hablar de llanto.
Hacedor del tiempo, has que cada viernes termine en mil años, que cada agosto comience cuando caiga la última hoja que debe caer. Termina Agosto. No precisa de mí. Comienza mi otoño.
“Son las diez y cuarto. ¿Qué te pasó mi niña? ¿En qué te has convertido niña de las rosas?”
And the day came when the risk to remain tight in a bud was more painful than the risk it took to blossom.
ResponderBorrarAnais Nin
Y el día llegó en que el riesgo de permanecer apretada en un capullo resultaba más doloroso que el riesgo a florecer.
Anais Nin (February 21, 1903 – January 14, 1977), autora francesa, de descendencia cubana.
Isaías