domingo, 6 de enero de 2013
A PROPÓSITO DE...
SON PROYECTOS…
Fernando Ferreira Azcona
Hace cierto tiempo, y con motivo de un cambio de Gobierno a nivel Nacional, me llamó por teléfono un dilecto amigo y me preguntó: “¿Ya fuiste a felicitar a nuestro mutuo amigo por su designación como Ministro?” Ante mi respuesta negativa, volvió a preguntar: “¿Y lo llamaste por teléfono?” “Tampoco”, le repliqué.
“Al menos te libraste de que te sucediera lo que me ha pasado a mí. Lo he llamado varias veces a su celular, le he dejado mensajes y ni siquiera me los ha contestado” expresó Juanito. “Pero eso sí, un grupo de amigos le estamos preparando “un asalto” para ir a visitarlo por sorpresa. ¿Quieres que te avise?”, continuó mi interlocutor. “No”, le respondí de nuevo. “No me avises”.
“¿Por qué no?”, insistió mi amigo. “Mira Juanito, yo sigo siendo Ferreira Azcona, por no decir “alicraniao”. Tú, el Señor Ministro y yo sabemos que yo no soy miembro, ni simpatizante del partido de Gobierno, y no quiero dar la impresión de, o que se vaya a pensar, que ando “arrimando brasas a mi fogón”, le respondí. “Te comprendo perfectamente”, me dijo Juanito.
“¿Pero viste la declaración jurada de bienes de este funcionario, al tomar posesión del cargo?”, le pregunté. “No. Estuve unos días fuera del país y no me enteré de ese aspecto”, respondió Juanito. “¿A cuánto asciende su declaración de bienes?”, inquirió de inmediato. “Requetetantos millones”, le dije.
Con una parsimonia y frialdad pasmosas, Juanito me dijo: “Fernan, eso es un proyecto…”. Y como “para un buen entendedor, pocas palabras bastan”, me la llevé al vuelo.
No obstante, y más por jod… que por cualquier otra cosa, le dije: “¿Ah… y viste la declaración jurada de bienes del otro Ministro, el que declaró “sepetecientos” millones?”. Esta vez, Juanito fue más cortante y me dijo: “Fernando Ferreira, no jodas, te dije que esos son proyectos…”
Al finalizar la conversación le dije: “¿Sabes lo malo de estos proyectos, Juanito? Que la mayoría de las veces se quedan cortos y son excedidos con creces por nuestros funcionarios”
“¿Quieres algunos ejemplos?” Le pregunté. “No. Déjale ese ejercicio a tus lectores”, me respondió Juanito.
COLOFÓN: Es una lástima, una vergüenza que las declaraciones juradas de bienes de los funcionarios públicos al tomar posesión del cargo para el cual fueron designados, se haya convertido en una farsa, una obra grotesca que pretende burlarse de la inteligencia del Pueblo. Y lo peor es que tanto la Dirección General de Impuestos Internos, así como la Cámara de Cuentas podrían determinar la veracidad de las mismas o si esta gente pagó los impuestos correspondientes por la riqueza que dicen poseer. Pero, sería pedirles demasiado… al fin y al cabo, “son cáscara del mismo palo”.
Fernando Ferreira Azcona
Hace cierto tiempo, y con motivo de un cambio de Gobierno a nivel Nacional, me llamó por teléfono un dilecto amigo y me preguntó: “¿Ya fuiste a felicitar a nuestro mutuo amigo por su designación como Ministro?” Ante mi respuesta negativa, volvió a preguntar: “¿Y lo llamaste por teléfono?” “Tampoco”, le repliqué.
“Al menos te libraste de que te sucediera lo que me ha pasado a mí. Lo he llamado varias veces a su celular, le he dejado mensajes y ni siquiera me los ha contestado” expresó Juanito. “Pero eso sí, un grupo de amigos le estamos preparando “un asalto” para ir a visitarlo por sorpresa. ¿Quieres que te avise?”, continuó mi interlocutor. “No”, le respondí de nuevo. “No me avises”.
“¿Por qué no?”, insistió mi amigo. “Mira Juanito, yo sigo siendo Ferreira Azcona, por no decir “alicraniao”. Tú, el Señor Ministro y yo sabemos que yo no soy miembro, ni simpatizante del partido de Gobierno, y no quiero dar la impresión de, o que se vaya a pensar, que ando “arrimando brasas a mi fogón”, le respondí. “Te comprendo perfectamente”, me dijo Juanito.
“¿Pero viste la declaración jurada de bienes de este funcionario, al tomar posesión del cargo?”, le pregunté. “No. Estuve unos días fuera del país y no me enteré de ese aspecto”, respondió Juanito. “¿A cuánto asciende su declaración de bienes?”, inquirió de inmediato. “Requetetantos millones”, le dije.
Con una parsimonia y frialdad pasmosas, Juanito me dijo: “Fernan, eso es un proyecto…”. Y como “para un buen entendedor, pocas palabras bastan”, me la llevé al vuelo.
No obstante, y más por jod… que por cualquier otra cosa, le dije: “¿Ah… y viste la declaración jurada de bienes del otro Ministro, el que declaró “sepetecientos” millones?”. Esta vez, Juanito fue más cortante y me dijo: “Fernando Ferreira, no jodas, te dije que esos son proyectos…”
Al finalizar la conversación le dije: “¿Sabes lo malo de estos proyectos, Juanito? Que la mayoría de las veces se quedan cortos y son excedidos con creces por nuestros funcionarios”
“¿Quieres algunos ejemplos?” Le pregunté. “No. Déjale ese ejercicio a tus lectores”, me respondió Juanito.
COLOFÓN: Es una lástima, una vergüenza que las declaraciones juradas de bienes de los funcionarios públicos al tomar posesión del cargo para el cual fueron designados, se haya convertido en una farsa, una obra grotesca que pretende burlarse de la inteligencia del Pueblo. Y lo peor es que tanto la Dirección General de Impuestos Internos, así como la Cámara de Cuentas podrían determinar la veracidad de las mismas o si esta gente pagó los impuestos correspondientes por la riqueza que dicen poseer. Pero, sería pedirles demasiado… al fin y al cabo, “son cáscara del mismo palo”.
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Ay, Juanito, carajo, ¿por qué insistir tanto? Brown Nose! Y por otro lado, ese tipo de mentalidad y la impunidad que las acciones de las sanguijuelas encuentran, lo que nos tiene jodidos y nos tendrán por mucho tiempo, mientras las mafias miembros de la partidocracia dominicana tengan poder. Pero, como esta gente no conoce otra cosa, no comprenden lo que es indignidad, vergüenza, latrocinio, inmoralidad... para ellos es su derecho divino disfrutar las mieles del poder hasta la saciedad.
ResponderBorrarIsaías
Bueno Fernan, eso es lo que se llama un hombre de principios, muchos estarian buscando la oportunidad para poder felicitarlo y los hombres de primcipios la misma oportunidad para no acercarse a el.
ResponderBorrarEn hora buena este relato.
Papito Mármol