miércoles, 23 de noviembre de 2011

TEMAS DE LOS TIEMPOS

LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR NO SOLO ES FÍSICA
Entrevista a la Dra. Maritza Mejía del Centro Apóstol de Santiago

“96% de las personas dedicadas a la atención a la infancia entrevistadas creían que el castigo corporal refleja que los padres y madres están “lo bastante atentos como para invertir tiempo en formar adecuadamente a sus hijos”.

Por Dayanara Reyes Pujols
Dayanara.reyes@listin.com.do

Santiago. La violencia se define como “un acto llevado a cabo con la intención de dañar físicamente a otra persona”, asegura la Dra. Maritza Mejía, médica, sexóloga y psicóloga clínica. Añade que la violencia conyugal es aquella que se establece en la relación íntima y estable entre un hombre y una mujer, estén o no legalmente casados, pudiéndose manifestar de manera física, psicológica y/o sexual a través de un variado tipo de manifestaciones con distinto grado de frecuencia y severidad. Consisten en malos tratos del varón hacia la mujer. Aunque también hay episodios violentos perpetrados por mujeres, el contexto, la intención y las consecuencias de estas agresiones tienen como resultado lesiones y miedo en la víctima que puede ser la mujer, los hijos o cualquier miembro de la familia.

La violencia se establece como una forma habitual de comunicación, debido a la intolerancia frente a una forma diferente de relación que no sea complementaria; es decir, los episodios de violencia se desencadenarán cuando la relación se vea amenazada, el equilibrio establecido se rompe y el poder se impone por la utilización de la fuerza. En las situaciones de violencia se produce un juego de roles, en donde una mujer es educada para la obediencia y la sumisión junto con un hombre educado para ser ganador, controlar situaciones y asumir liderazgo, amplía Mejía.

Mejía, quien ofrece sus consultas en el Centro Apóstol de Santiago, detalla que las parejas que se estructuran según un modo violento tienen un modelo de relación específica y repetitiva que abarca a ambos miembros, que son transmitidas por generaciones y apoyados por el entorno. Quien ejerce la violencia la considera una respuesta adecuada a una situación originada exteriormente y quien la recibe la percibe como una acción injusta, inesperada y proveniente de las circunstancias del agresor.

A juicio de la Dra. Mejía, las mujeres divorciadas o separadas, jóvenes y de clase socio-económica baja son las que presentan unas tasas más elevadas de maltrato; sin embargo, la mujer maltratada no muestra ningún tipo característico de perfil de personalidad pre mórbida. Asegura que diversas investigaciones asumen que el 95% de la violencia lo sufren las mujeres, pero existe alrededor de un 5 % que afecta entre otros a hombres por parte de sus parejas homosexuales, los ancianos y otros miembros de la familia que conviven con el agresor.

En la película “Él no me quiere” (He is not so into you) se presenta la historia de diferentes mujeres, entre ellas como a las niñas se les enseña que está bien que el hombre las maltrate, pues desde nenas se les muestra que si el niño que juega con ellas, las lastima es porque le cae bien. De adultas, si no la llama, es porque está muy ocupado. Con relación a estos episodios, la Dra. Mejía afirma que estos argumentos son la justificación histórica de la violencia intrafamiliar. En un estudio del 2000 de la organización mundial de la salud dice, y cita textualmente: “En el Caribe, un 96% de las personas dedicadas a la atención a la infancia entrevistadas creían que el castigo corporal refleja que los padres y madres están “lo bastante atentos como para invertir tiempo en formar adecuadamente a sus hijos”

Consecuencias. El aislamiento, el desequilibrio de poder y las conductas alternantes de malos tratos y afabilidad de la pareja predisponen a que estas víctimas creen unos vínculos emocionales muy intensos con sus agresores, lo que explica porqué las mujeres maltratadas deben luchar para separarse emocionalmente de quien las agrede y por qué regresan tan a menudo con el agresor después de haberlo abandonado. En consecuencia, la agresión constante a la víctima daña su propia imagen y la mujer termina creyendo que es culpable de la violencia que padece y que es una persona inútil, sin esperanza e incapaz de sobrevivir sin su agresor, asevera la experimentada psicóloga.

Estadísticas. La violencia intrafamiliar y la violación a la ley de drogas figuran como los delitos que más se han cometido a nivel nacional entre el 2009 y los primeros siete meses de 2010, según datos estadísticos de la Procuraduría General de la República. De acuerdo con los valores reflejados en el período enero-julio de este año, ambos delitos experimentan un aumento en relación a los que fueron procesados en las diferentes fiscalías en igual tiempo el año pasado. El año pasado la violencia intrafamiliar ocupó el 19.57% de los casos procesados (18,825) y en la mitad de este año el porcentaje es de 23.20% (10,585).

La mayoría de los casos procesados corresponden a la Fiscalía del Distrito Nacional con 18,779 de los registrados a nivel nacional. Le sigue Santo Domingo con 13,003; Santiago con 2,446; San Cristóbal con 1,291; Higüey con 1,223; San Francisco de Macorís con 906 en lo que va de año. En el 2009 la mayor cantidad de casos penales procesados recayó en el Distrito Nacional con 44.75% y Santo Domingo con 28.12%.

Mejía asegura que por ahora solo podemos minimizar sus efectos y educar a las nuevas generaciones en equidad de género, por lo demás queda intervenir con las víctimas bajo las siguientes sugerencias:

“Se deberá tener mucho cuidado en no producir una victimización secundaria que es el fenómeno que ocurre cuando una víctima de violencia familiar recurre a una institución (comisaría, hospital, juzgado) o a algún profesional (médico, psicólogo, abogado, etc.) en busca de ayuda. Estos profesionales, impregnados de mitos e ignorancia pueden convertir a la persona por segunda vez en víctima”.

Propone, además, que la intervención debe ser apropiada, pertinaz y eficaz; en la situación de crisis la persona está especialmente vulnerable, lo que refuerza aún más el impacto de la intervención. Los objetivos en la primera entrevista, o primera intervención son fundamentalmente tres:

• aumentar la seguridad personal de la mujer agredida y de sus hijos,
• retomar su equilibrio emotivo, su seguridad psicológica y
• lograr que la mujer tome una decisión sobre los pasos a seguir en un futuro inmediato.
• Que la mujer, que haga conciencia que el problema es suyo.

(+) En general las tácticas utilizadas por los agresores son:
• Intimidación,
• Malos tratos emocionales,
• Aislamiento,
• Negación, minimización, culpabilización,
• Uso de los niños,
• Uso de privilegios masculinos.
• Malos tratos económicos.
• Coacción y amenazas.

(+) Las características más frecuentes de los agresores son:
- Dependencia y los celos de su pareja,
- La creencia en los roles tradicionales de cada sexo,
- Necesidad extrema de control, hostilidad y dificultad para confiar en los demás,
- Rechazo a aceptar la responsabilidad de sus conductas violentas.
- Muchos de los varones que maltratan no tienen antecedentes criminales.

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