martes, 14 de agosto de 2012
ASÍ LO RECUERDO...
ASÍ SE VIVÍA AYER
Por Ramón (Papito) Mármol
Cuando muchos de los que participamos en este foro éramos niños…
No teníamos electricidad, usábamos lámparas de gas, jumiadoras y/o de tubo y velas para alumbrarnos de noche.
No teníamos nevera y las pocas que había, funcionaban a base de gas.
El hielo se conservaba en una caja de madera, que llamábamos nevera, en un recipiente o en un hoyo que se hacía en la tierra y se cubría con cáscaras (pajas) de arroz (o un saco de henequén) para que su duración fuera de mayor tiempo.
La nevera para el agua era una tinaja, hecha de barro y ¡qué agua tomábamos de ella!
Se planchaba con una plancha de hierro que se calentaba en brasas de carbón o leña, en un fogón.
No había radios en la mayoría de los hogares; eso era un lujo.
No teníamos teléfonos de mesa mucho menos celular.
No teníamos inodoros, sino letrinas.
El mueble de sala más común era un conjunto de sillas de guano y los más pudientes tenían los llamados muebles de palitos y mecedoras.
No teníamos grandes cantidades de ropa, pero sí siempre limpia y bien planchada.
Teníamos solo un par de zapatos o, con excepciones, dos pares que solo usábamos para ir a la escuela, a misa y los fines de semana.
Dormíamos dos en una misma cama.
Usábamos la ropa que quedaba del hermano mayor. Las hembras también heredaban de las hermana mayor.
Comíamos todos en la misma mesa y a la misma hora; se hacía la misma comida para todos.
Se sacaba un plato de comida extra por si llegaba alguien.
Los vecinos se intercambiaban platos de lo que hacían en el día.
El medio para cocinar era un fogón y se utilizaba la leña como combustible y los más civilizados utilizaban el anafe o la hornalla (hecha de barro) que usaba carbón.
Las habichuelas se cocinaban en ollas de barro, no sé por qué, pero sabían mejor.
La carne, para guardar, se cortaba de una manera especial, se salaba y se ponía a secar al sol para su conserva.
Caminábamos grandes distancias con entusiasmo, sin quejas y sin zapatos.
Los medios de transporte más comunes eran el burro, el caballo y el mulo y el que tenía uno de ellos era como tener un carro hoy.
La bicicleta era un lujo que no todos podían darse. Pocos tenían motores.
La ropa se lavaba a manos.
Cargábamos el agua del canal o del río para tomar, para el lavado de la ropa, y el aseo y las otras necesidades de la casa; algunos la cargaban en un animal, casi siempre en un burro si había mucha distancia; y otros lo hacían sobre los hombros o la cabeza.
Para cargar latas en la cabeza se desarrolló lo que se llamaba un babonuco, hecho de hojas de plátano mayormente.
Donde había un servicio de ayuda, no era una servienta sino una persona más de la casa.
Había que servir al vecino que no tenía hijos.
La ropa era hecha a la medida y la tela se compraba por yarda.
Las jovencitas y las mujeres usaban medio fondo o refajo bien almidonado.
El enamorado para formalizar su relación tenía que ir la casa de la enamorada, con sus padres, a pedir la mano, autorización, de su doncella donde los padres de esta.
El techo de las casas era de yagua y/o cana y algunas construcciones estaban techadas de Zinc.
La mayoría de los pisos de las casas eran de tierra, eso lo veía usted hasta en el centro de la ciudad y las que construían sobre el nivel del suelo, su piso era de madera.
A los pisos de tierra se les daba un “pañete”, para dejarlos lisos.
El pañal de los niños era de tela, no desechable, se lavaba para volverse a usar.
El cereal de los niños era hecho en casa, de plátano, rulo, guineo, que se cortaba de forma alargada, bien delgado, y se ponía a secar al sol, etc. También se les preparaba un “puré” de papas.
El biberón que se usaba era normalmente una botella de envasar ron, con un tetero.
La fórmula que se le daba a los niños era el seno materno y la leche de vaca.
Las gallinas, cerdos (principalmente el de noche buena) y chivos se criaban en el patio de la casa.
Jugábamos pelota sin zapatos y los guantes que se usaban eran hechos de lonas desechadas de camiones y le llamaban “trochas”.
Casi todos teniamos una caja de limpiar zapatos y era un tarea que había que realizar los sábados.
El médico normalmente era llamado a la casa del enfermo; solo si el asunto era muy grave, era llevado al hospital.
Las embarazadas normalmente daban a luz en su casa asistida por una partera o comadrona, que por lo general era quien bautizaba al o la recién nacido/a.
El tratamiento que usaban las mujeres para el pelo era el aguacate y el aceite de oliva. Algunas se planchaban el pelo con una plancha.
El pantalón estaba reservado solo para el hombre; las mujeres solo usaban pantalones cuando utilizaban el caballo u otro animal como medio de transporte.
Las mujeres normalmente no se cortaban el pelo ni usaban color.
Para combatir la gripe se usaban la higuera, flor de libertad, le leche de piñón, té o tizana de diferentes hojas de plantas y otros.
En la conversación de adulto no podía intervenir un niño. Recuerdo que decían que los niños hablan cuando la gallina mea. Incluso, según oí decir, un legendario educador de Mao dizque decía “el muchacho es perro aunque sea hijo e’ rico”.
Ir a la Capital era como viajar al exterior, incluso, muchos murieron sin llegar a conocerla.
El pantalón diluido se le ponía un parche o remiendo, para seguir usándolo, casi siempre en las partes de las rodillas y las partes traseras.
Graduarse de mecanógrafo o contable era como haber logrado un título universitario.
Por Ramón (Papito) Mármol
Cuando muchos de los que participamos en este foro éramos niños…
No teníamos electricidad, usábamos lámparas de gas, jumiadoras y/o de tubo y velas para alumbrarnos de noche.
No teníamos nevera y las pocas que había, funcionaban a base de gas.
El hielo se conservaba en una caja de madera, que llamábamos nevera, en un recipiente o en un hoyo que se hacía en la tierra y se cubría con cáscaras (pajas) de arroz (o un saco de henequén) para que su duración fuera de mayor tiempo.
La nevera para el agua era una tinaja, hecha de barro y ¡qué agua tomábamos de ella!
Se planchaba con una plancha de hierro que se calentaba en brasas de carbón o leña, en un fogón.
No había radios en la mayoría de los hogares; eso era un lujo.
No teníamos teléfonos de mesa mucho menos celular.
No teníamos inodoros, sino letrinas.
El mueble de sala más común era un conjunto de sillas de guano y los más pudientes tenían los llamados muebles de palitos y mecedoras.
No teníamos grandes cantidades de ropa, pero sí siempre limpia y bien planchada.
Teníamos solo un par de zapatos o, con excepciones, dos pares que solo usábamos para ir a la escuela, a misa y los fines de semana.
Dormíamos dos en una misma cama.
Usábamos la ropa que quedaba del hermano mayor. Las hembras también heredaban de las hermana mayor.
Comíamos todos en la misma mesa y a la misma hora; se hacía la misma comida para todos.
Se sacaba un plato de comida extra por si llegaba alguien.
Los vecinos se intercambiaban platos de lo que hacían en el día.
El medio para cocinar era un fogón y se utilizaba la leña como combustible y los más civilizados utilizaban el anafe o la hornalla (hecha de barro) que usaba carbón.
Las habichuelas se cocinaban en ollas de barro, no sé por qué, pero sabían mejor.
La carne, para guardar, se cortaba de una manera especial, se salaba y se ponía a secar al sol para su conserva.
Caminábamos grandes distancias con entusiasmo, sin quejas y sin zapatos.
Los medios de transporte más comunes eran el burro, el caballo y el mulo y el que tenía uno de ellos era como tener un carro hoy.
La bicicleta era un lujo que no todos podían darse. Pocos tenían motores.
La ropa se lavaba a manos.
Cargábamos el agua del canal o del río para tomar, para el lavado de la ropa, y el aseo y las otras necesidades de la casa; algunos la cargaban en un animal, casi siempre en un burro si había mucha distancia; y otros lo hacían sobre los hombros o la cabeza.
Para cargar latas en la cabeza se desarrolló lo que se llamaba un babonuco, hecho de hojas de plátano mayormente.
Donde había un servicio de ayuda, no era una servienta sino una persona más de la casa.
Había que servir al vecino que no tenía hijos.
La ropa era hecha a la medida y la tela se compraba por yarda.
Las jovencitas y las mujeres usaban medio fondo o refajo bien almidonado.
El enamorado para formalizar su relación tenía que ir la casa de la enamorada, con sus padres, a pedir la mano, autorización, de su doncella donde los padres de esta.
El techo de las casas era de yagua y/o cana y algunas construcciones estaban techadas de Zinc.
La mayoría de los pisos de las casas eran de tierra, eso lo veía usted hasta en el centro de la ciudad y las que construían sobre el nivel del suelo, su piso era de madera.
A los pisos de tierra se les daba un “pañete”, para dejarlos lisos.
El pañal de los niños era de tela, no desechable, se lavaba para volverse a usar.
El cereal de los niños era hecho en casa, de plátano, rulo, guineo, que se cortaba de forma alargada, bien delgado, y se ponía a secar al sol, etc. También se les preparaba un “puré” de papas.
El biberón que se usaba era normalmente una botella de envasar ron, con un tetero.
La fórmula que se le daba a los niños era el seno materno y la leche de vaca.
Las gallinas, cerdos (principalmente el de noche buena) y chivos se criaban en el patio de la casa.
Jugábamos pelota sin zapatos y los guantes que se usaban eran hechos de lonas desechadas de camiones y le llamaban “trochas”.
Casi todos teniamos una caja de limpiar zapatos y era un tarea que había que realizar los sábados.
El médico normalmente era llamado a la casa del enfermo; solo si el asunto era muy grave, era llevado al hospital.
Las embarazadas normalmente daban a luz en su casa asistida por una partera o comadrona, que por lo general era quien bautizaba al o la recién nacido/a.
El tratamiento que usaban las mujeres para el pelo era el aguacate y el aceite de oliva. Algunas se planchaban el pelo con una plancha.
El pantalón estaba reservado solo para el hombre; las mujeres solo usaban pantalones cuando utilizaban el caballo u otro animal como medio de transporte.
Las mujeres normalmente no se cortaban el pelo ni usaban color.
Para combatir la gripe se usaban la higuera, flor de libertad, le leche de piñón, té o tizana de diferentes hojas de plantas y otros.
En la conversación de adulto no podía intervenir un niño. Recuerdo que decían que los niños hablan cuando la gallina mea. Incluso, según oí decir, un legendario educador de Mao dizque decía “el muchacho es perro aunque sea hijo e’ rico”.
Ir a la Capital era como viajar al exterior, incluso, muchos murieron sin llegar a conocerla.
El pantalón diluido se le ponía un parche o remiendo, para seguir usándolo, casi siempre en las partes de las rodillas y las partes traseras.
Graduarse de mecanógrafo o contable era como haber logrado un título universitario.
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Guaaaaao Don Papo!!!
ResponderBorrarHe disfrutado y vivido a millón tus muy atinadas remembranzas, y puedo decir que soy un fiel testigo de las verdades que encierran. Recordar el pasado es vivir y la verdad querido amigo.......Usted me hizo vivir al realizar el milagro de trasladar mis escasas neuronas (sólo me quedan dos y están en eterno conflicto) a aquellos felices tiempos, en donde todo era simple, había menos complicaciones y donde el respeto, los buenos modales y el cariño entre vecinos era auténtico y desinteresado. La verdad que me has hecho sentir nostalgia y alegría a la vez por aquellos tiempos bien vividos, que aunque con precariedad y escasez se disfrutaba más que ahora.
A usted y familia, Dios me los bendiga por siempre.
Diómedes Rodríguez Martínez.
Hay Papito no me acuerde eso hermano, recuerdo cuando cargaba agua en la cabeza desde el canal mayor, algunas veces llegando a la casa se me caia. Mi primer calzoncillo fue de saco de harina de trigo.
ResponderBorrarCon el uniforme de la escuela primaria, también hice la primera.
comunión
Saludos
Angel Berto Almonte
Saludos a raudales, amigo Papito, con el aprecio infinito de quien te distingue desde aquellos inolvidables momentos de nuestra niñez y adolescencia, de mutua feliz convivencia, salpicada con sana inocencia y fraternidad manifiesta.
ResponderBorrarLa mera verdad, eres,a mi humilde entender, otro de los grandes compueblanos, que como Manito,Ley,Cesar brea, Isaias, entre algunos mas, te has caracterizado por una narrativa practica popular, la cual permite visualizar otrora,la idiosincracia vivencial de tiempos pasados y su recordado acontecer.
Te felicito, porque posees un valioso aval vivido y unos recursos de prodigiosa memoria, que te permiten retratar, de manera sencilla,
el suave fluir y el tradicional comportamiento de nuestras gentes en aquellos tiempos pretéritos.
Abrazos sinceros, agradeciéndote en mucho tus comentarios vertidos en mi honrosa colaboración en MEEC.!!Siempre suyo!!
Nelson Rodriguez Martinez(Cuqui).
Manganzón (así nos decíamos Papito, Gabriel Peña y yo, en los tiempos en que compartíamos "parrandas"),
ResponderBorrargracias por sus atinadas y evocadoras contribuciones. MEEC es grande gracias a ustedes, los que dan de su talento y tiempo desinteresadamente para que este medio sobreviva y cumpla su cometido de honrar nuestro hermoso terruño natal.
Muy buen escrito, como siempre.
Isaías
Papito cuantas bonitas realidades vividas por nosotros,no sé pero algunas veces pienso que eran tiempos mejores y no sé por qué, pero no,no lo eran;talvez era la tranquilidad social, la sinceridad del medio,la convivencia,el trueque alimentario con nuestros vecinos,la inocencia mantenida segun la edad y el respeto enseñado.Estos factores nos hacían mas tolerantes a esa miseria y cuanto deseariamos volver a esos tiempos,no importa que tenga que montarme en un burro para ir a Esperanza,siempre y cuando esa tranquilidad emocional y espiritual retornasen hoy por nuestros pueblos .
ResponderBorrarAyy !! de esos mis primeros zapatos regalados por mi adorada Tontón Arté,yo con ese pié derecho embarrado de mercuro cromo simulando "mazmorra"para no ponermelo de tan apretado que me quedaba ese lado e irme con uno solo a la escuela.
Gracias Papito; siempre te las trae co tus recuerdos;nos hace vivir.
ResponderBorrarApreciado Papito:
"Recordar es vivir", dice el refrán. Gracias por hacerme vivir esos momentos tan bonitos, irrepetibles por demás, de nuevo.
En relación a la falta de luz eléctrica, recuerdo una vez que participé activamente en una "velada" que presentaron las monjitas, en el Teatro Jaragua. Para el acto, había que llevar una gallina, responsabilidad que se me asignó a mí, ya que Mamá tenía muchas de estas en el patio de casa.
Cuando regresaba a casa luego de terminar la "velada", con mi gallina en las manos, dieron el aviso (apagón) de que apagarían la planta por el resto de la noche.
Se me ocurrió pensar ¿qué sería de mí, si una patrulla de guardias me encontraba en las calles oscuras, con una gallina en las manos? ¡Me acusarían de habermela robado! ¡El pánico se apoderó de mí y emprendí la carrera desde el parque Amado Franco Bidó, hasta mi casa! ¡Suerte que a los muchachos no les dan infartos!
Un abrao,
Fernan Ferreira.
Papito, se me ocurre pensar, si tomamos a un joven de hoy y lo llevamos a vivir ese tipo de vida, qué pasaría?. Lo primero es que ya un muchacho no camina a la escuela, aunque esta este a dos cuadra. Si tu vas a una ebanistería a cortar una tabla de 12" en tres pedazos, si no hay luz, no se puede. Antes hacían casas cortando la madera con serrucho. Se usaba como desrizado un peine de hierro que lo ponían al fuego, y cuando este estaba al rojo lo pasaban por pelo para alisarlo. Habían dos cosas que los hogares enteraban a las personas que le pasaban por el frente: el arenque y el desrizado con un peine caliente. Andamos muchos en el aire todavía, criados con agua de arroz y té de hojas de naranjas, en vez de leche. los remiendos tenían su clasificación o categoría: Cuando se trataba de simular, le ponían una tela parecida al del pantalón o camisa. Y si se trataba de decoración o adorno, le colocaban un remiendo de cuadros rojos a un pantalón Kaquis.
ResponderBorrarPapito, yo se que eres un joven con muchos años encima, lúcido para hacernos saber estas cosas. Jajaja.
Se te aprecia mucho, Ley S.
Rafael Darío Herrera. Esa era una vida de precariedades extremas. A lo largo de nuestra historia los políticos se han servido con la cuchara grande de los recursos del Estado y no se han preocupado por disminuir las desigualdades por medio del incremento del gasto social en salud, educación, recreación. El presidente saliente, por ejemplo, insiste que el problema de la educación no es de inversión.
ResponderBorrarA los presidentes dominicanos solo el ha interesado la construcción de obras de relumbrón como el Faro a Colón, el metro, etc.
Apreciado Papito:
ResponderBorrarLos que estamos pasado el meridiano leemos con nostalgia los detalles del viejo modo de vivir. La escuela pública era excelente en su profesorado y a ella íbamos todos, sin clasificación económica. Los juguetes (si los padres eran pudientes) se recibían solamente en navidad y en el resto del año, niños y niñas se las ingeniaban para improvisar sus diversiones. La obesidad era rara, así como las enfermedades mentales. Somos privilegiados de poder recordar aquellos tiempos.
guarionexf@gmail.com