sábado, 8 de octubre de 2011

REMEMBRANZAS

MIS RECUERDOS DE LA EMBAJADA
Por Papito Mármol

Como estudiante de la escuela primaria, mi deber y obligación era asistir a la escuela, poner toda la atención posible para aprender lo que se enseñaba y hacer las tareas indicadas. Disfrutamos de las enseñanzas de los mejores profesores de la época, que no voy a mencionar para no cometer el error de olvidar algunos de ellos, por el respeto que me merecen.

Lo que mejor recuerdo son los años como estudiante de educación secundaria en el Liceo Eugenio Deschamps. Es a partir de segundo curso de secundaria que comienza la mayor responsabilidad como estudiante, lo recuerdo porque a partir de ese entonces nos reuníamos un pequeño grupo de estudiantes todos los días en la casita que estaba en la parte trasera de la casa de mis abuelos, en la calle independencia #4, donde teníamos dos pizarrones a nuestra disposición. Ahí nos reuníamos a estudiar todos los días, de 3 pm a 6 pm en un principio, pero a partir del tercer año, a medida que aumentaban nuestras necesidades, extendimos el horario y se estableció de lunes a viernes de 3:00 pm a 6:00 pm, tomábamos un receso de 6:00 pm a 9:00 pm., regresábamos a nuestras casas para baño, cena y visitar nuestras novias, enamoradas, familiares y amigos, entre otros; regresábamos a las 9:00 pm y estudiábamos hasta las 11:00 pm o 12:00 de la media noche; ahí mismo dormíamos en las tres camas que teníamos disponible para ello y nos levantábamos a las 4:30 am nuevamente para estudiar de 5:00 am a 7:00 am.

Para esto teníamos dos despertadores, para asegurarnos; por si fallaba uno; luego venía el regreso a nuestras casas para el baño y el desayuno previo a ir a Ia escuela. El día viernes no había estudio a partir de las 6:00 pm pero sí regresábamos el sábado en el horario de 8:00 am a 12:00 m y de 3:00 pm a 6:00 pm; el domingo era día de receso. Sólo dormíamos en nuestras casas los días viernes, sábado y domingo.

Pero en tiempo de exámenes el horario no tenía límite de horas sino de preparación. Había ocasiones que si dormíamos 2 o 3 horas, era mucho y no había receso ni sábado ni domingo, se seguía el horario de los días de clases.

Como nosotros teníamos lugar y horario establecido, muchos de nuestros compañeros se acercaban al lugar y por el número de visitantes y las necesidades de éstos o de algún otro compañero de estudio o de alguna ayuda, se le dio el nombre al lugar de LA EMBAJADA. Ahí éramos permanentes Diómedes Rodríguez, Frank Pilarte y Papito Mármol; también Rafael Frías, Josefina Heredia, Deyanira Rodríguez, Josefina la de Polila, Niñito Almonte, algunos días Rosa Ana Marcira, Margarita, Elvita y, pocas veces, Gilberto Tejada (Gallego), Juan Eligio Castellanos, Federico Cortés, Rafael Veras, Angelito Veras y Fellito Molina.

El nombre de LA EMBAJADA se hizo tan conocido que ya no se decía que se iba a estudiar a la casa de Papito, sino a LA EMBAJADA; hasta algunos profesores indicaban a sus estudiantes que si tenían cualquier problema con alguna tarea o clase se acercaran a LA EMBAJADA, que allí lo podían ayudar. Creo que conocían más el nombre de LA EMBAJADA que la dirección donde estaba.

Era responsabilidad nuestra acompañar a las muchachas a sus casas a la hora de su regreso, si era en horas de la noche; o de buscarlas, si era en horas de la madrugada. Siempre reinó el respeto y la caballerosidad para con las muchachas.

El compromiso con nosotros mismos era tan grande que si alguien no llegaba a la hora establecida, comenzábamos el estudio a la hora indicada con tal que ese que no llegaba se responsabilizara con el horario o se quedaba retrasado en algún punto o tema. No recuerdo de inasistencia de ese grupo de estudiantes a sus clases o al lugar de estudio; si alguien no asistía, la razón tenía que ser MUY grave, o porque estaba MUY enfermo, o se le había presentado una situación fuera de control. Me atrevería a decir que en un 95%, la mayoría tuvo asistencia perfecta a sus clases y el que por alguna razón no asistía, era nuestra responsabilidad ponerle al día, prestándole las anotaciones tomadas y dándole las explicaciones de lugar, si las necesitaba.

Aunque dentro del grupo había estudiantes de cuarto de matemáticas y de cuarto de naturales, se estableció un horario de forma que los dos grupos pudieran estudiar las materias comunes en horas de la tarde
En LA EMBAJADA, el permanente y el visitante se responsabilizaban con seguir las normas establecidas o de lo contrario no se le daba ASILO. Se estableció una norma de estudio, en la que cada uno de nosotros tenía cierta responsabilidad en el material o tema de mayor dominio, de ahí que esa persona era el responsable de ayudar a los demás y de dar las explicaciones de lugar en caso de cualquier necesidad.

Otras de las características de ese grupo de estudiantes era que en las vacaciones nosotros establecimos un horario de estudio de lunes a viernes de 8:00 am a 12:00 pm para preparar algunas de las materias del curso siguiente, principalmente en matemáticas. Esto se cumplía con la misma responsabilidad que teníamos de asistir a las clases.

Recuerdo que cuando estábamos en tercer y cuarto curso y había movilizaciones estudiantes, en algunas oportunidades, a nosotros había que darnos clases, porque nosotros permanecíamos en la escuela, no siendo esto del agrado de los estudiantes en protesta y de algunos profesores.

Recuerdo en cuarto curso, después de tomar el último examen regresamos a dormir a la embajada con el único fin de poner el despertador a sonar a diferentes horas para no hacerle caso dejándolo sonar, nos trasnochábamos nuevamente, pero lo gozábamos a plenitud.

Ahí terminamos, de ahí salimos bachilleres, pero ahí no se rompió la taza.
Cuando decidimos ir a la universidad, la mayoría lo hicimos en el mismo semestre y casi todos a la misma Universidad; algunos nos establecimos en la misma pensión. No pudimos terminar juntos la Universidad porque muchos tuvimos que movernos a otras Universidades por las diferentes situaciones que existían en ese entonces en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. No tengo un dato preciso, pero creo que todos los componentes de esos dos cursos terminaron sus estudios universitarios o por lo menos hicieron una carrera técnica.

Mi respeto y admiración a cada uno de ellos.

Cuando escribía sobre el tema le pedí a Diómedes Rodríguez su colaboración y él me pidió lo siguiente: Creo que debes agregarle el gran apoyo que nos brindaron tus padres (Don Fico y Doña Mercedes), Don Abraham (tu abuelo) y tu tía Doña Heroína. Apoyo moral, por un lado, y económico por otro lado, consistente en compra de azúcar y café, así como jengibre y tisanas, acompañadas de pan o casabe.

Gracias a Diómedes Rodríguez por mencionarme LA EMBAJADA en algunos de sus comentarios, eso me motivó a escribir algo sobre el tema y gracias también por ayudarme con sus aportes y correcciones.

6 comentarios:

  1. ALECCIONADORA!!
    Es mi forma de elogiar la extraordinaria disposición al estudio de esa generación de Papito Marmol. Tan distinta de la que exhibe la Federación de Estudiantes Universitarios de la UASD con la reciente elección de un representante que la academia tolera como un parásito durante 20 años. Sin duda que vivimos tiempos muy distintos a los de la generación responsable de La Embajada. Este artículo de Papito debería ponerse en todos los murales de nuestra sufrida y decadente primada, merecedora de mejores ejemplos
    Guarionex Flores
    guarionexf@gmail.com

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  2. Leyendo tan bello recuerdo de Papito, llego a comparar dos cosas: un Bachillerato de aquellos que requería tanta dedicación, hoy es una profesión de esas tantas existentes hoy día; claro, guardando la distancia de otras.
    Y mi otra comparación es: un profesor de otrora por su dedicación empleada, no necesariamente por su preparación o capacidad académica, se le nota la diferencia y esa diferencia sale a relucir cuando de 100 estudiantes de aquellos y los de hoy los pone a redactar una carta, las faltas ortográficas lo delatan.
    Es más, rara vez un estudiante de hoy ya un profesional consumado, se acuerda de los nombres de sus profesores de Primaria, y cuidado de secundaria. Esos recuerdos para con nuestros profesores es fruto del empeño o insistencia mostrado por ellos en enseñarnos, lo cual nos ayudó a grabar su nombre por el resto de nuestros días.
    Papito, gracias por recordarme a las siguientes maestras: Doñas Rosa, Rosa Gilma, Flérida, Camelia, Moraima y mi querida Lavinia (esas fueron las que se encargaron de quitarme un buen grado de brutalidad)
    Gracias Mármol
    Manito

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  3. Esta presentación que hace Papito, la catalogo como oportuna y enhorabuena, precisamente ahora cuando se le esta tirando el ojo a la calidad de la educación. Si es cierto que a la educación se le debe proveer de recursos suficientes, no es menos cierto que hay que hacer un gran trabajo con los padres y exigirles responsabilidad estricta a los estudiantes para que el aparato educativo pueda avanzar hacia la conquista del objetivo, la preparación.

    Papito, aunque no asistimos a la Embajada, en nuestro tiempo, también andábamos empeñosamente en conseguir la visa.

    Con el afecto de siempre, Ley S.

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  4. Apreciado Papito:

    ¡Cuánta satisfacción al leer tu artículo sobre LA EMBAJADA! Para hacer lo que los componentes de ese digno grupo de estudiantes hicieron, se necesitan tres cualidades en vías de extinción: disciplina, perseverancia, y sobre todo, formación de hogar. El convencimiento de que las cosas realmente valiosas, se obtienen con el trabajo fuerte, la dedicación y el esmero.

    Lamentablemente, ahora prima el enriquecimiento rápido, de la noche a la mañana, sin importar cómo se logre.

    Que aleccionador, leer "siempre reinó el respeto y la caballerosidad para con las muchachas". ¿Hubiese ocurrido eso en estos tiempos? No quiero especular, pero, lo dudo.

    Mis felicitaciones por esta historia tan enriquecedora. Ojalá que los hijos de ustedes y nuestros nietos,tengan acceso a la misma.

    Un fuerte abrazo,
    Fernan Ferreira

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  5. Muy interesante el artículo del Profesor Mármol, ojalá las nuevas generaciones siguieran ejemplos como este. En la educación es donde descansa el desarrollo de un país. Si así son las cosas entonces el buen amigo Mármol es el Embajador, de aquella embajada a la que muchos acudían en procura de mejorar sus niveles educativos.

    César Núñez.

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  6. Hola mi apreciado Papo:
    Que emoción sentí al leer tu relato sobre "La Embajada" , que Dios bendiga tu prodigiosa memoria. Cabe destacar que la distinguida Diana Mármol era la eficientísima secretaria de La Embajada.

    Mi cariño y respeto,

    Diómedes Rodríguez

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