VIAJERO SIN NOMBRE

Por Handry Santana

En recuerdo de la memoria de mi padre Andrés Santana

Caminante de los caminos sin nombre, dormiste sobre las hojas secas del otoño. Viajero silencioso de las aguas oscuras, del camino que vela el diurnal instinto. Sellaste con un beso sobre mi frente el último recuerdo del que no me aferro. Escribiste mil letras desafiando el universo. Tus puños golpearon la conciencia de un pueblo que no te escuchó.

Cayeron las estrellas con su aliento, quebrando la tierra con el bramido de tu voz. Llegaste al puerto y no te esperaba nadie, más que la Luna. Seguiste en compañía de la soledad, desconfiando de tu sombra y durmiendo con leones. Te esperábamos en casa cenando con la angustia, sin entender tus ideales. Veinte años después, no alcanzamos comprenderte.

Caminante de los caminos perdidos, libre y esclavo de los vientos Anónimos que serpentean ondulantemente los aromas de tu presencia desde que partiste. Viajero sin maletas, piel de versos, de los versos sin piel. ¿Por qué nos abandonaste? No encontré un libro que resalte tus hazañas. Sólo me queda el residuo de tu palabra, la fuerza del canto de la patria que amaste con locura, como no pudiste amarnos a nosotras.

Mi madre te coronó como un Rey, tú te sentaste en el trono de un mendigo. Lanzaste una moneda al aire sin detener el rumbo. Burlándote del camino la dejaste tirada sin acercarte a mirar la suerte. Crecí con las ansias de conquistar la vida enganchada en tu brazo. ¿Dónde estabas cuando el látigo de la miseria desgarró la esperanza?

Te alimentaste del polvo que levantó tu paso, silbando para despertar el letargo del invierno del sol. Encontraste el escondite del cielo junto con las historias bajo la sombra. Mis manos pequeñas no lograron detenerte. A lo mejor deseabas que iniciara mi vuelo sin ti.

Caminante de los océanos, navegaste por las grutas del infierno. Guerrero de única espada de tus luchas, las que no comprendí. Todos tus soldados son hoy defensores de lo injusto y llenaron sus arcas con tesoros ajenos. Despiadadamente leal, voluntariamente cruel. Fingiste que no te importábamos, nos exiliaste al olvido de tu amor. Tenías la boca del fuego y la verdad; pero sólo quemaste nuestro corazón.

Viajero de las noches eternas, no podré seguir tu camino, el cansancio vence mis pies. Hoy las voces perdieron el eco. Tus ideales están vencidos, secuestrados por los que ya no luchan. Cuando caiga la próxima estrella pensaré que estás cerca, que nos miras desde un espacio perfecto. Héroe silencioso no puedo perdonarte, me resigno al olvido. Caminante de los caminos perdidos: ¿a quién podré llamarle padre?