martes, 9 de julio de 2013
MEDICINA ALTERNATIVA
EL PODER DE LAS PLANTAS: CÓMO SIENTEN, PIENSAN, MEMORIZAN, SE DEFIENDEN Y SE COMUNICAN
Por Nelson Rodríguez Martínez (Cuqui)
El autor es Ing. Agrónomo, profesor universitario y presidente fundador de N.R. Bienestar, S.R.L., compañía dedicada a la producción y venta de productos medicinales naturales.
Un estudio de Daniel Chamovitz, Director del Centro Manna de Biociencias de Plantas de la Universidad de Tel Aviv, argumenta que las plantas pueden ver, oler y sentir. Incluso les avisan a sus vecinos cuando existe algún peligro y poseen memoria
Pero, ¿las plantas pueden pensar y sentir?
Chamovitz lleva estudiando la composición biológica de las plantas por décadas, y se ha dado cuenta que las plantas no sólo usan la luz para hacer fotosíntesis, sino como una señal que cambia la manera en que crecen.
Se necesita tener un grupo de genes para que nuestro organismo pueda diferenciar entre estar en la luz y la oscuridad, y estos genes no son exclusivos de las plantas, pues también existen en la biología humana.
Esto lo llevó a pensar que la genética humana y la herbácea no son tan diferentes como alguna vez pensamos.
Las plantas, al poseer raíces, no tienen la habilidad de escapar del mal clima o migrar en busca de comida y pareja. Durante su proceso evolutivo, tuvieron que desarrollar una gran sensibilidad y una serie de mecanismos complejos para poder sobrevivir en ambientes con cambios constantes.
Ellas necesitan oler el peligro, ver dónde está la comida y sentir el clima.
Pero las plantas no huelen como nosotros los humanos, que somos sensibles a un químico disuelto en el aire.
Un ejemplo de olor en plantas es la fruta: cuando una fruta está madura, libera una feromona que estimula la maduración en frutas verdes y menos maduras, un mecanismo cuyo objetivo es la sincronización de madurez organoléptica entre una misma cosecha.
Viene el tema del oído: a pesar que existen estudios de plantas que florecen escuchando música clásica, parece ser que no necesitan escuchar.
Los humanos usamos el oído primordialmente para la certidumbre sobre posibles situaciones de peligro y para una comunicación rápida entre los individuos. Pero las plantas, al no poder moverse, les es irrelevante este sentido, aunque se ha demostrado que las plantas responden a la vibraciones.
Ahora, las plantas sí se comunican, a un nivel muy básico. Por ejemplo, si un árbol está siendo atacado por bichos, suelta una hormona para que los otros árboles comiencen a crear los químicos que les ayudarán a evitar el ataque de los bichos.
Otro estudio alega que las plantas se transmiten señales de raíz a raíz, por ejemplo para avisarse que no hay agua, en una red sistemática con mucha similitud al Internet mismo
Las plantas tienen memoria: una planta carnívora, la Venus Atrapamoscas, necesita que los vellos en su "boca" se toquen para poder cerrarla, lo que significa que esta planta recuerda el estímulo para cuando un insecto y víctima se postra sobre su abertura, y poder cerrarla.
Tal vez las plantas no sientan, a un nivel neurológico, lo que un humano puede asimilar en diferentes situaciones de su vida, pero es claro que las plantas perciben su entorno de manera muy parecida a la nuestra.
El investigador Daniel Chamovitz, que lleva varias décadas investigando el desarrollo de las plantas, confirma que su inmovilidad no significa que sean insensibles, antes bien ha descubierto en ellas la capacidad de oler, memorizar y comunicarse, casi a la manera de otros organismos más complejos.
Las plantas, lo sabemos de sobra, están vivas, sin embargo, no es así de común que las asociemos con cualidades como el pensamiento o las sensaciones que, de acuerdo con la fisiología canónica, son capacidades exclusivas de los organismos dotados de un sistema nervioso más o menos avanzado.
Con todo, el investigador Daniel Chamovitz, director del Centro Manna para la Biociencia de las Plantas de la Universidad de Tel Aviv, sostiene que las plantas pueden sentir, ver, percibir olores y quizá también pensar y recordar.
Chamovitz, que lleva desde mediados de los 90 interesado en el desarrollo del mecanismo por medio del cual las plantas sienten la luz. Desde entonces el científico ha realizado varios descubrimientos que contribuyen a una mejor comprensión de la sensibilidad en las plantas, siendo uno de los más importantes un grupo de genes gracias a los cuales una planta distingue si se encuentra en la oscuridad o en un ambiente luminoso.
Pero todavía más sorprendente es que el ser humano y otros animales también poseen estos mismos genes que cumplen una función similar de regular la respuesta a la luz (no de la misma manera que las plantas, sino en nuestro reloj biológico y nuestros ritmos circadianos), además de estar involucrados en otros procesos como el crecimiento axonal de neuronas y el funcionamiento correcto del sistema inmune.
“Esto me llevó a darme cuenta de que la diferencia genética entre plantas y animales no era tan significativa como alguna vez había creído ingenuamente”, declaró Chamovitz en entrevista, agregando además que “solo porque veamos que las plantas no se mueven, no significa que no haya un mundo sumamente rico y dinámico en su interior”.
En cuanto a sensaciones específicas comprobadas en las plantas, Chamovitz no duda en hablar de olfato, oído e incluso comunicación. Pero el investigador nos previene contra calcar nuestra manera de percibir dichas sensaciones para la naturaleza de las plantas. Son capacidades análogas, no idénticas.
El olfato, por ejemplo, se presenta en las plantas también como una reacción a sustancias químicas disueltas en el aire, pero con efectos específicos. Chamovitz señala el caso de la maduración: cuando una fruta madura se encuentra cerca de una que aún no lo está tanto, la maduración de esta se acelera por la liberación de una hormona llamada etileno. En un sentido elemental, se trata de un proceso netamente olfativo.
Chamovitz acepta, por otro lado, que la reacción de las plantas a los sonidos todavía no ha sido confirmada del todo y en cierta forma permanece en lo anecdótico, sobre todo en lo que se refiere al supuesto efecto de la música sobre su desarrollo. Para Chamovitz la capacidad auditiva es quizá una de las menos necesarias entre las plantas: al ser organismos sésiles (enraizados, sujetos al suelo) el oído no tiene la importancia vital que sí tiene en los animales, en quienes sirve para percatarse de una posible amenaza. Con todo, el investigador no descarta que, como vibraciones, las plantas sí puedan estar al tanto de los sonidos en su entorno.
La comunicación entre las plantas también tiene sus formas particulares. Chamovitz nos habla de una situación sumamente elocuente que se da cuando un árbol de maple se ve afectado por una plaga de insectos: como respuesta, el árbol libera una feromona que recogen a su vez los árboles vecinos como si se tratara de una señal de alerta, a partir de la cual empiezan a liberar los químicos necesarios para impedir que la infección se propague. “Esto es definitivamente comunicación”, comenta Chamovitz. Y, como en el caso del ser humano, también puede decirse que entre las plantas la comunicación es un mecanismo de supervivencia.
Chamovitz, sin embargo, va más allá y considera que las plantas también tienen memoria, manifestada en diversos tipos que van de la memoria de corto plazo a la memoria inmune e incluso una memoria transgeneracional. Si la memoria se trata de codificar información, almacenar información y recuperar información, entonces las plantas recuerdan y memorizan.
En cuanto a la capacidad de pensar, el investigador es más cauteloso. En este caso sí cree que para pensar es necesario un cerebro desarrollado y consciente de sí, algo de lo cual toda planta carece y cuya falta las hace no solo incapaces de pensar, sino también de dolor subjetivo.
10 pruebas que demuestran que las plantas son más inteligentes de lo que piensas
La fascinante “inteligencia” de las plantas. El reino vegetal exhibe una serie de conductas que apuntan a un comportamiento complejo: memoria, comunicación en redes, el uso de aliados como herramientas para salvar su existencia, y posiblemente la telepatía, son algunas de estas muestras de una posible inteligencia botánica.
Es fácil percatarse de que las plantas tienen una sensibilidad especial a la luz y al medio ambiente en general –como silenciosos receptores de las emisiones planetarias. Sin embargo, difícilmente concebimos a estas serviciales entidades como seres inteligentes. Y aunque usar este término en relación a las plantas, que carecen de un cerebro, sin duda genera polémica y una casi nula aceptación científica, tal vez su sensibilidad sea un tipo de inteligencia no humana, entendida como una capacidad de procesar información y adaptarse a los cambios.
En io9 han compilado una lista de 10 pruebas que podrían indicar esta especie de inteligencia botánica –y que al menos contribuye a maravillarnos ante el hecho de compartir este planeta con seres tan extraordinarios. Les compartimos esta lista y añadimos un par más de posibles manifestaciones que muestran que las plantas, en algunos aspectos, son seres capaces de procesar y emitir información de forma que por lo menos se equipara con los más sensibles de los humanos. Por cierto, aprovechamos para compartirles de nuevo un artículo que publicamos hace un par de meses sobre las habilidades telepáticas y extrasensoriales de las plantas, nuestras perennes aliadas evolutivas.
–Las plantas se comunican con los insectos
Algunas plantas han evolucionado una estrategia de sobrevivencia equivalente a enviar una señal de pánico. Cuando las plantas de tabaco son atacadas por orugas, despiden un químico el aire que atrae insectos predatoriales que gustan de alimentarse de las orugas. En algunos casos esas compuestos fragantes que te seducen cuando recorres un jardín, en realidad son la forma en las que las plantas llaman a sus amigos insectos para que acudan en su ayuda.
–Las plantas tienen memoria
Recientemente un grupo de botánicos del Instituto de Nebraska realizó una serie de experimentos a través de los cuales comprobaron que las plantas son capaces de almacenar información, y remitirse a ella. En pocas palabras, que poseen memoria activa. Y esta memoria les permite orientar su desarrollo evolutivo, por ejemplo, en temporadas de sequía las plantas recuerdan los efectos que les produjeron estas circunstancias de poca agua, y para la siguiente temporada son capaces de implementar ciertas medidas que las harán menos vulnerables a dicho entorno.
Asimismo las plantas también parecen recordar ciertos cambios en la luz asociados con diferentes estaciones, que a su vez están vinculadas a la exposición a patógenos. Esta “memoria” les permite producir químicos, solo cuando es el momento indicado, que les ayudan a protegerse de algunas pestes.
–Las plantas crean redes de comunicación
La verde “inteligencia” de las plantas hace que no sólo acudan a los insectos, sino que también se ayuden entre sí para evitar una amenaza. Las fresas, los tréboles y otras plantas crecen enviando mensajeros: vástagos horizontales que eventualmente se integran capilarmente a su estructura. Estos centinelas crean redes de comunicación entre plantas conectadas. Cuando una planta es atacada por un insecto, envía señales a las otras plantas advirtiendo a los miembros de la red para que puedan generar defensas que contrarresten a los invasores –desde toxinas a químicos que les producen un mal sabor a los herbívoros.
–Las plantas crecen de manera diversa en respuesta al sonido
No sólo hablarles o ponerles música a las plantas afecta su crecimiento, ellas mismas producen sonidos. La bióloga Monica Gagliano descubrió que el maíz puede emitir y responder al sonido. Gagliano notó que las raíces de las plantas de maíz hacen una serie de clicks sonoros a una frecuencia de 220 Hz. Esta bióloga cultivó maíz suspendido en el agua y generó artificialmente sonido continuó a 220 Hz. Las plantas respondieron inclinándose a la fuente de sonido. Por el momento no se sabe por qué las plantas desarrollaron esta habilidad.
–Las plantas miden el tiempo
Las plantas no florecen sin ton ni son: registran el paso del tiempo. Se han identificado una serie de proteínas que responden a la cantidad de luz a las que son expuestas. Cuando reciben suficiente luz en un ciclo de 24 horas, estas proteínas emiten una señal que activa el ciclo de florecimiento.
–Las plantas saben distinguir arriba de abajo
No importa donde se les coloque, las plantas dirigirán sus raíces hacia abajo, hacia la tierra. Es muy probable que perciban la gravedad.
–Las plantas saben quién es familia y quién no
Como sintiendo el comfort de sus seres queridos, la planta Impatiens pallida dedica menos energía a crecer sus raíces cuando está rodeada de sus familiares, con las cuales comparten nutrientes. En la presencia de otras plantas no relacionadas genéticamente, estas plantas se aceleran a crecer sus raíces.
-Las plantas se avisan entre especies de la presencia de un enemigo
La comunicativa planta del tabaco no solo se sirve de insectos aliados, también recibe señales de plantas como la Artemisa tridentata. Científicos han descubierto que cuando el tabaco habita cerca de esta planta, logra evitar ser devorada por herbívoros con mayor frecuencia, vía una señal de la Artemisa, la cual hace que el tabaco fabrique químicos preventivos que hacen sus hojas menos atractivas para sus depredadores.
–Las plantas usan camuflaje
La Mimosa pudica, en vez de usar químicos, dobla sus hojas para que estas aparenten ser más pequeñas y menos suculentas. Herbívoros que buscan una jugosa merienda se irán a otra parte.
-Las plantas modifican su tamaño en búsqueda de la luz
La bióloga Joanne Chory ha identificado una proteína que hace que las plantas crezcan más cuando están confinadas a la sombra. Esta proteína, PIF7, percibe la disposición de la luz alrededor de la planta –y si la planta está en la sombra hará que crezca más para que pueda encontrar el sol.
Por si esto fuera poco tenemos el caso de Clive Backster, quien trabajara desarrollando detectores de mentiras para la CIA, y quien sostiene que las plantas son capaces de formar vínculos telepáticos con las personas. Backster se percató de que las plantas establecían un lazo especialmente fuerte con las personas que cuidaban de ella y que este vínculo no dependía del espacio físico que les separaba. Cuando se encontraba fuera de su oficina y le ocurrían eventos excitantes, fuesen positivos o negativos, sus plantas registraban los cambios bruscos en su estado de ánimo o sus ritmos biológicos.
Aunque el trabajo de Backster no es aceptado por la ciencia mainstream, nos introduce a una fascinante posibilidad que hace eco con diversas y milenarias tradiciones chamánicas, las cuales consideran que las plantas no sólo pueden comunicarse con los hombres y enseñarles, sino que al ingerirlas o al entrar en contacto con ellas a través de un protocolo ritualístico, pueden servir como enlaces de comunicación con espíritus ancestrales y realidades alternas. En palabras de Terence Mckenna, quien creía que la matriz vegetal era una manifestación prístina del Logos de Gaia (o la conciencia planetaria):
Al entrar en el dominio de la inteligencia de las plantas, el chamán obtiene, en cierta forma, el privilegio de una perspectiva dimensional superior sobre la experiencia
Por Nelson Rodríguez Martínez (Cuqui)
El autor es Ing. Agrónomo, profesor universitario y presidente fundador de N.R. Bienestar, S.R.L., compañía dedicada a la producción y venta de productos medicinales naturales.
Un estudio de Daniel Chamovitz, Director del Centro Manna de Biociencias de Plantas de la Universidad de Tel Aviv, argumenta que las plantas pueden ver, oler y sentir. Incluso les avisan a sus vecinos cuando existe algún peligro y poseen memoria
Pero, ¿las plantas pueden pensar y sentir?
Chamovitz lleva estudiando la composición biológica de las plantas por décadas, y se ha dado cuenta que las plantas no sólo usan la luz para hacer fotosíntesis, sino como una señal que cambia la manera en que crecen.
Se necesita tener un grupo de genes para que nuestro organismo pueda diferenciar entre estar en la luz y la oscuridad, y estos genes no son exclusivos de las plantas, pues también existen en la biología humana.
Esto lo llevó a pensar que la genética humana y la herbácea no son tan diferentes como alguna vez pensamos.
Las plantas, al poseer raíces, no tienen la habilidad de escapar del mal clima o migrar en busca de comida y pareja. Durante su proceso evolutivo, tuvieron que desarrollar una gran sensibilidad y una serie de mecanismos complejos para poder sobrevivir en ambientes con cambios constantes.
Ellas necesitan oler el peligro, ver dónde está la comida y sentir el clima.
Pero las plantas no huelen como nosotros los humanos, que somos sensibles a un químico disuelto en el aire.
Un ejemplo de olor en plantas es la fruta: cuando una fruta está madura, libera una feromona que estimula la maduración en frutas verdes y menos maduras, un mecanismo cuyo objetivo es la sincronización de madurez organoléptica entre una misma cosecha.
Viene el tema del oído: a pesar que existen estudios de plantas que florecen escuchando música clásica, parece ser que no necesitan escuchar.
Los humanos usamos el oído primordialmente para la certidumbre sobre posibles situaciones de peligro y para una comunicación rápida entre los individuos. Pero las plantas, al no poder moverse, les es irrelevante este sentido, aunque se ha demostrado que las plantas responden a la vibraciones.
Ahora, las plantas sí se comunican, a un nivel muy básico. Por ejemplo, si un árbol está siendo atacado por bichos, suelta una hormona para que los otros árboles comiencen a crear los químicos que les ayudarán a evitar el ataque de los bichos.
Otro estudio alega que las plantas se transmiten señales de raíz a raíz, por ejemplo para avisarse que no hay agua, en una red sistemática con mucha similitud al Internet mismo
Las plantas tienen memoria: una planta carnívora, la Venus Atrapamoscas, necesita que los vellos en su "boca" se toquen para poder cerrarla, lo que significa que esta planta recuerda el estímulo para cuando un insecto y víctima se postra sobre su abertura, y poder cerrarla.
Tal vez las plantas no sientan, a un nivel neurológico, lo que un humano puede asimilar en diferentes situaciones de su vida, pero es claro que las plantas perciben su entorno de manera muy parecida a la nuestra.
El investigador Daniel Chamovitz, que lleva varias décadas investigando el desarrollo de las plantas, confirma que su inmovilidad no significa que sean insensibles, antes bien ha descubierto en ellas la capacidad de oler, memorizar y comunicarse, casi a la manera de otros organismos más complejos.
Las plantas, lo sabemos de sobra, están vivas, sin embargo, no es así de común que las asociemos con cualidades como el pensamiento o las sensaciones que, de acuerdo con la fisiología canónica, son capacidades exclusivas de los organismos dotados de un sistema nervioso más o menos avanzado.
Con todo, el investigador Daniel Chamovitz, director del Centro Manna para la Biociencia de las Plantas de la Universidad de Tel Aviv, sostiene que las plantas pueden sentir, ver, percibir olores y quizá también pensar y recordar.
Chamovitz, que lleva desde mediados de los 90 interesado en el desarrollo del mecanismo por medio del cual las plantas sienten la luz. Desde entonces el científico ha realizado varios descubrimientos que contribuyen a una mejor comprensión de la sensibilidad en las plantas, siendo uno de los más importantes un grupo de genes gracias a los cuales una planta distingue si se encuentra en la oscuridad o en un ambiente luminoso.
Pero todavía más sorprendente es que el ser humano y otros animales también poseen estos mismos genes que cumplen una función similar de regular la respuesta a la luz (no de la misma manera que las plantas, sino en nuestro reloj biológico y nuestros ritmos circadianos), además de estar involucrados en otros procesos como el crecimiento axonal de neuronas y el funcionamiento correcto del sistema inmune.
“Esto me llevó a darme cuenta de que la diferencia genética entre plantas y animales no era tan significativa como alguna vez había creído ingenuamente”, declaró Chamovitz en entrevista, agregando además que “solo porque veamos que las plantas no se mueven, no significa que no haya un mundo sumamente rico y dinámico en su interior”.
En cuanto a sensaciones específicas comprobadas en las plantas, Chamovitz no duda en hablar de olfato, oído e incluso comunicación. Pero el investigador nos previene contra calcar nuestra manera de percibir dichas sensaciones para la naturaleza de las plantas. Son capacidades análogas, no idénticas.
El olfato, por ejemplo, se presenta en las plantas también como una reacción a sustancias químicas disueltas en el aire, pero con efectos específicos. Chamovitz señala el caso de la maduración: cuando una fruta madura se encuentra cerca de una que aún no lo está tanto, la maduración de esta se acelera por la liberación de una hormona llamada etileno. En un sentido elemental, se trata de un proceso netamente olfativo.
Chamovitz acepta, por otro lado, que la reacción de las plantas a los sonidos todavía no ha sido confirmada del todo y en cierta forma permanece en lo anecdótico, sobre todo en lo que se refiere al supuesto efecto de la música sobre su desarrollo. Para Chamovitz la capacidad auditiva es quizá una de las menos necesarias entre las plantas: al ser organismos sésiles (enraizados, sujetos al suelo) el oído no tiene la importancia vital que sí tiene en los animales, en quienes sirve para percatarse de una posible amenaza. Con todo, el investigador no descarta que, como vibraciones, las plantas sí puedan estar al tanto de los sonidos en su entorno.
La comunicación entre las plantas también tiene sus formas particulares. Chamovitz nos habla de una situación sumamente elocuente que se da cuando un árbol de maple se ve afectado por una plaga de insectos: como respuesta, el árbol libera una feromona que recogen a su vez los árboles vecinos como si se tratara de una señal de alerta, a partir de la cual empiezan a liberar los químicos necesarios para impedir que la infección se propague. “Esto es definitivamente comunicación”, comenta Chamovitz. Y, como en el caso del ser humano, también puede decirse que entre las plantas la comunicación es un mecanismo de supervivencia.
Chamovitz, sin embargo, va más allá y considera que las plantas también tienen memoria, manifestada en diversos tipos que van de la memoria de corto plazo a la memoria inmune e incluso una memoria transgeneracional. Si la memoria se trata de codificar información, almacenar información y recuperar información, entonces las plantas recuerdan y memorizan.
En cuanto a la capacidad de pensar, el investigador es más cauteloso. En este caso sí cree que para pensar es necesario un cerebro desarrollado y consciente de sí, algo de lo cual toda planta carece y cuya falta las hace no solo incapaces de pensar, sino también de dolor subjetivo.
10 pruebas que demuestran que las plantas son más inteligentes de lo que piensas
La fascinante “inteligencia” de las plantas. El reino vegetal exhibe una serie de conductas que apuntan a un comportamiento complejo: memoria, comunicación en redes, el uso de aliados como herramientas para salvar su existencia, y posiblemente la telepatía, son algunas de estas muestras de una posible inteligencia botánica.
Es fácil percatarse de que las plantas tienen una sensibilidad especial a la luz y al medio ambiente en general –como silenciosos receptores de las emisiones planetarias. Sin embargo, difícilmente concebimos a estas serviciales entidades como seres inteligentes. Y aunque usar este término en relación a las plantas, que carecen de un cerebro, sin duda genera polémica y una casi nula aceptación científica, tal vez su sensibilidad sea un tipo de inteligencia no humana, entendida como una capacidad de procesar información y adaptarse a los cambios.
En io9 han compilado una lista de 10 pruebas que podrían indicar esta especie de inteligencia botánica –y que al menos contribuye a maravillarnos ante el hecho de compartir este planeta con seres tan extraordinarios. Les compartimos esta lista y añadimos un par más de posibles manifestaciones que muestran que las plantas, en algunos aspectos, son seres capaces de procesar y emitir información de forma que por lo menos se equipara con los más sensibles de los humanos. Por cierto, aprovechamos para compartirles de nuevo un artículo que publicamos hace un par de meses sobre las habilidades telepáticas y extrasensoriales de las plantas, nuestras perennes aliadas evolutivas.
–Las plantas se comunican con los insectos
Algunas plantas han evolucionado una estrategia de sobrevivencia equivalente a enviar una señal de pánico. Cuando las plantas de tabaco son atacadas por orugas, despiden un químico el aire que atrae insectos predatoriales que gustan de alimentarse de las orugas. En algunos casos esas compuestos fragantes que te seducen cuando recorres un jardín, en realidad son la forma en las que las plantas llaman a sus amigos insectos para que acudan en su ayuda.
–Las plantas tienen memoria
Recientemente un grupo de botánicos del Instituto de Nebraska realizó una serie de experimentos a través de los cuales comprobaron que las plantas son capaces de almacenar información, y remitirse a ella. En pocas palabras, que poseen memoria activa. Y esta memoria les permite orientar su desarrollo evolutivo, por ejemplo, en temporadas de sequía las plantas recuerdan los efectos que les produjeron estas circunstancias de poca agua, y para la siguiente temporada son capaces de implementar ciertas medidas que las harán menos vulnerables a dicho entorno.
Asimismo las plantas también parecen recordar ciertos cambios en la luz asociados con diferentes estaciones, que a su vez están vinculadas a la exposición a patógenos. Esta “memoria” les permite producir químicos, solo cuando es el momento indicado, que les ayudan a protegerse de algunas pestes.
–Las plantas crean redes de comunicación
La verde “inteligencia” de las plantas hace que no sólo acudan a los insectos, sino que también se ayuden entre sí para evitar una amenaza. Las fresas, los tréboles y otras plantas crecen enviando mensajeros: vástagos horizontales que eventualmente se integran capilarmente a su estructura. Estos centinelas crean redes de comunicación entre plantas conectadas. Cuando una planta es atacada por un insecto, envía señales a las otras plantas advirtiendo a los miembros de la red para que puedan generar defensas que contrarresten a los invasores –desde toxinas a químicos que les producen un mal sabor a los herbívoros.
–Las plantas crecen de manera diversa en respuesta al sonido
No sólo hablarles o ponerles música a las plantas afecta su crecimiento, ellas mismas producen sonidos. La bióloga Monica Gagliano descubrió que el maíz puede emitir y responder al sonido. Gagliano notó que las raíces de las plantas de maíz hacen una serie de clicks sonoros a una frecuencia de 220 Hz. Esta bióloga cultivó maíz suspendido en el agua y generó artificialmente sonido continuó a 220 Hz. Las plantas respondieron inclinándose a la fuente de sonido. Por el momento no se sabe por qué las plantas desarrollaron esta habilidad.
–Las plantas miden el tiempo
Las plantas no florecen sin ton ni son: registran el paso del tiempo. Se han identificado una serie de proteínas que responden a la cantidad de luz a las que son expuestas. Cuando reciben suficiente luz en un ciclo de 24 horas, estas proteínas emiten una señal que activa el ciclo de florecimiento.
–Las plantas saben distinguir arriba de abajo
No importa donde se les coloque, las plantas dirigirán sus raíces hacia abajo, hacia la tierra. Es muy probable que perciban la gravedad.
–Las plantas saben quién es familia y quién no
Como sintiendo el comfort de sus seres queridos, la planta Impatiens pallida dedica menos energía a crecer sus raíces cuando está rodeada de sus familiares, con las cuales comparten nutrientes. En la presencia de otras plantas no relacionadas genéticamente, estas plantas se aceleran a crecer sus raíces.
-Las plantas se avisan entre especies de la presencia de un enemigo
La comunicativa planta del tabaco no solo se sirve de insectos aliados, también recibe señales de plantas como la Artemisa tridentata. Científicos han descubierto que cuando el tabaco habita cerca de esta planta, logra evitar ser devorada por herbívoros con mayor frecuencia, vía una señal de la Artemisa, la cual hace que el tabaco fabrique químicos preventivos que hacen sus hojas menos atractivas para sus depredadores.
–Las plantas usan camuflaje
La Mimosa pudica, en vez de usar químicos, dobla sus hojas para que estas aparenten ser más pequeñas y menos suculentas. Herbívoros que buscan una jugosa merienda se irán a otra parte.
-Las plantas modifican su tamaño en búsqueda de la luz
La bióloga Joanne Chory ha identificado una proteína que hace que las plantas crezcan más cuando están confinadas a la sombra. Esta proteína, PIF7, percibe la disposición de la luz alrededor de la planta –y si la planta está en la sombra hará que crezca más para que pueda encontrar el sol.
Por si esto fuera poco tenemos el caso de Clive Backster, quien trabajara desarrollando detectores de mentiras para la CIA, y quien sostiene que las plantas son capaces de formar vínculos telepáticos con las personas. Backster se percató de que las plantas establecían un lazo especialmente fuerte con las personas que cuidaban de ella y que este vínculo no dependía del espacio físico que les separaba. Cuando se encontraba fuera de su oficina y le ocurrían eventos excitantes, fuesen positivos o negativos, sus plantas registraban los cambios bruscos en su estado de ánimo o sus ritmos biológicos.
Aunque el trabajo de Backster no es aceptado por la ciencia mainstream, nos introduce a una fascinante posibilidad que hace eco con diversas y milenarias tradiciones chamánicas, las cuales consideran que las plantas no sólo pueden comunicarse con los hombres y enseñarles, sino que al ingerirlas o al entrar en contacto con ellas a través de un protocolo ritualístico, pueden servir como enlaces de comunicación con espíritus ancestrales y realidades alternas. En palabras de Terence Mckenna, quien creía que la matriz vegetal era una manifestación prístina del Logos de Gaia (o la conciencia planetaria):
Al entrar en el dominio de la inteligencia de las plantas, el chamán obtiene, en cierta forma, el privilegio de una perspectiva dimensional superior sobre la experiencia
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Este es de Grandes Ligas. Gracias, Cuqui por una exposición tan completa. Muy interesante. Fascinante el mundo de las plantas. Aprendí mucho.
ResponderBorrarIsaías
Cuqui, mientras leía tu articulo, me vino reflejado a la memoria el comportamiento de las plantas en los paises de climas extremos, donde podemos ver su reacción. Diferente en cada estación del año. Muy buena exposición mi querido amigo. Jochy Reyes.
ResponderBorrarCuantas informaciones desconocidas por mi, este trabajo es para guardarse y volver a leerse porque todas las informaciones son interesantes conocer.
ResponderBorrarPapito Mármol
No tengo ninguna duda, de que hay personas, que por no conocer la importancia de un medio tan eficiente como MEEC, se van quedar sin conocer todos estos dones de las plantas. Lo digo por mi; si no hubiera entrado, y si no existiera un profesional de la talla de Cuqui, en ese campo del saber, me hubiera quedado en la oscuridad absoluta. Hay que darle las gracias, porque no sólo yo he aprendido.
ResponderBorrarRolando Espinal
Cuqui,
ResponderBorrarMuy intersante este articulo, mi esposa Magaly, comparte tus comentarios pues tiene un Arbol de la Dicha, al cual le habla, canta y hasta la besa, y florece!,
Abrazos, Andres y Magaly
Caraaaaaajo, pero que articulazo Don Nelson. Cuantos conocimientos posee usted. Me deleito cada vez que leo sus muy atinados escritos. Felicidades, y siga así que va muy bien
ResponderBorrarRespetuosamente, Rafael Vargas.
Excelente y muy interesante artículo, de gran valía, escrito con autoridad, maestría y de forma muy profesional. Es toda una cátedra de conocimientos.
ResponderBorrarNo hay dudas de que estamos ante un investigador nato y acucioso, gran conocedor de lo que trata. Sugiero nos siga ilustrando con tu sapiencia y desinteresada colaboración.
Muy valioso aporte querido hermano.
Con sentimiento de alta estima,
Diómedes Rodríguez Martínez
Querido primo: ¡Qué interesante artículo! He notado que aunque las plantas no se desplazan, sí se mueven buscando la luz del sol. ¡Qué maravillosa es la naturaleza, y que maestría tienes para regalarnos tus conocimientos!
ResponderBorrarTe felicito.
Un abrazo.
Lavinia.
Apreciados Isaías, Jochy, Papito, Rolando, Andrés y Magaly, Rafael Vargas, Diómedes y Lavinia, me ha llenado de satisfacción los estimulantes y bien ponderados comentarios, expresados con el realce de los conceptos emitidos en este interesante artículo de investigación científica, donde traté de obsequiarlos con esas exhuberantes joyas que nos brinda desinteresadamente la Madre Naturaleza.
ResponderBorrarLo que me resta es, darle las más sentidas gracias por seguirme con entereza a través de estas pinceladas que nos prodigan gratuitamente los vegetales, con la expresión natural de sus cuantiosos e insospechados poderes que nos preservan a favor de nuestro beneficio y expectación.
Abrumadores abrazos para quienes me siguen, a los distinguidos MEECianos y en particular a ustedes, que dignifican conjuntamente este útil foro, haciendo eco de sus bellas y extraordinarias experiencias, vivencias y profesionalidad manifiestas en toda su integridad y correspondencia para un público altamente merecedor de mejor suerte.
De ustedes, siempre, con lo mejor de mis sinceras intenciones.
Cuqui Rodríguez Martínez