martes, 20 de octubre de 2015

FUGACIDAD DEL AMOR Y DESIGUALDAD SOCIAL EN LA POÉTICA DE ALEJA BONILLA - I


COMENTARIO LITERARIO

Escrito a manera de prólogo por Francisco Almonte para el poemario intuido por Aleja Bonilla de Amaro intitulado Pinceladas otoñales, el cual saldrá a la luz pública próximamente.

PRIMERA PARTE

En los poemas de Aleja Bonilla predominan dos grandes temas; a saber, composiciones de temática amorosa y los de temática social. En los primeros, prevalece la fugacidad amorosa; y en los segundos, la desigualdad social y la lucha de clases, la explotación del hombre por el hombre y las intervenciones imperialistas en los países de América Latina. Por tal razón, este intento de prólogo se fundamenta en un análisis que apunta a desentrañar el sentido recóndito de las piezas poéticas que constituyen el objeto de estudio de este escolio. En realidad, lo que debió ser un prólogo formal y tradicional se ha convertido en un comentario de su producción artística, que sirve de umbral al libro que la autora rotula, Pinceladas otoñales.

Para fines de pauta didáctica, los poemas se dividen en dos estructuras básicas, que son interna y externa. En la interna concurren tres contextos o planos bien diferenciados, uno narrativo sobre el cual discurren las historias de los poemas; otro contexto es el sociocultural con diversos valores sociales; el contexto simbólico-tropológico conforma el plano expresivo con figuras literarias, símbolos e imágenes, principalmente. En la estructura externa interesan el ritmo, el tono y los efectos sonoros.

El contexto narrativo de la producción poética amorosa revela un sentimiento interiorista, con una postura externa descriptivo-narrativa, que permite presentar con objetividad la actitud del sujeto poemático, afectada por la compostura de un sujeto exterior, como se aprecia en el poema titulado Canto No. 3.

Brisa fresca,
ahogas los sonidos
de mi alma.

Leve canto,
arrullas y enterneces
mi ser
colgado en el marco
rústico
de mi rota ventana,
de una ilusión perdida
en el ayer.

La pieza poética inicia narrada en segunda persona singular (1), con calificación del sujeto exterior, que podría ser la persona amada, pero la poderosa carga psicológica de afectividad recae sobre el personaje poético principal, que por la brevedad del romance (leve canto) provoca un profundo desgarramiento interno, cuya tristeza es evocada sólo como una ilusión ya ida. Estamos en presencia de un argumento descriptivo-narrativo y un asunto verosímil, que es cantado con una alta tonalidad de tristeza. Note el lector que la brisa fresca (momento de alegría) es ahogada por la brevedad del romance (leve canto) hasta perderse por completo. La temática gira en torno a la brevedad del fluido sentimental, que es extensiva para el conjunto de poemas de amor.

En el contexto sociocultural se yuxtaponen diversos estratos y valores sociales, cuyo análisis inicia con la composición Canto a América. El primer estrato que se revela es el sociopolítico, expresado con vigorosa energía, que da cuenta de la colonización de América por parte de los españoles.

… a la tierra sin nombre.
Con nombres de extranjeros que tragaron tu raza;
con pelos crespos en los pechos desnudos
esperando, pacientes, una hartura
de humanización
que no llega nunca,
como nunca terminan tus sueños
ni la grandeza única
de tu gran corazón.

En el fragmento ilustrativo se destaca la explotación del hombre por el hombre, el maltrato de los aborígenes del continente americano por parte de los invasores españoles, quienes vinieron a América con la intención de saqueo de las riquezas del suelo americano para ellos y la Corona española, y no para establecerse como colonos. Otro estrato que subyace es el histórico que da cuenta del período de la Conquista, con la invasión del imperio español en el siglo XV, época de predominio del modo de producción feudal en España. También da cuenta del exterminio total de los aborígenes y el desvalor de la deshumanización con sus efectos negativos.

El contexto sociocultural además alude a las características de la flora y fauna de América, aspectos que destaca la poeta de esta guisa:

¡Salve América mía!
La de rubios trigales
y verdes arrozales,
cocoteros y aves,
cuadrúpedos y coníferas,
y sueños encantados.

La pieza poética también da cuenta del anhelado deseo de los países americanos del tercer mundo, de pasar de economías muy pobres a países con economías desarrolladas, dar el gran paso de economías agrícolas, con instrumentos y medios de producción muy rústicos, a naciones industrializadas, con modos de producción basados en tecnología de punta. Pero a lo largo de la historia, los gobiernos nacionales (caudillos y generales) e imperios políticos (la tierra…con nombres de extranjeros que tragaron tu raza) han frenado sus crecimientos y desarrollos económicos.

La poética bonilliana es rica en valores costumbristas, enunciados mediante un dinamismo expresivo logrado en base a enumeraciones oportunas: de los que en ti habitan, durmiendo en las hamacas, / viviendo entre las selvas, llanuras y montañas, / en las babeles de hierro y bohíos / de bejucos y lianas, o en soberbios palacios / de acero y cristal, marcando los estilos de vida de diferentes clases sociales de las naciones americanas.

A pesar de todas las vicisitudes por las que han atravesado los países de América Latina, la lírica maeña pronostica, cual pitonisa, un futuro halagüeño para ellos. El poema rotulado Sembradores de arroz revela la realidad socio económica de su patria chica, sustentada para la época en el cultivo de ese cereal. El discurso alude a la desigualdad social entre los estilos de vida de los hacendados, propietarios de fincas e instrumentos de producción y los trabajadores que crean las riquezas durante el cultivo y cosecha de la gramínea, y venden sus fuerzas de trabajo por míseros sueldos. La denuncia patética y vigorosa discurre así:

Es para el afanoso sembrador de arroz
muy amargo el preciado cereal.
En sus raíces, atrapados sus sueños,
el sudor y la sangre.
Sus agrietadas manos
labran la tierra bajo el candente sol.

En las dos estrofas finales, la artista eleva el poema y reclama, con renovado brío, la búsqueda de solución a tan deshumana forma de producción. De manera concluyente sentencia:

Pongámosle fin a tanta iniquidad
uniendo nuestras voces a las encallecidas manos
de los que en abundancia producen nuestro pan.
Los ríos de sudores que bañan sus espaldas
en camisas muy limpias se convertirán
y cubrirán su carne ennegrecida
por el vigor candente del astro tropical.

Serán reconocidas sus luchas y su afán;
tendrán agua, techo, luz, educación.
Y sus hijos amados harán rondas y cantos
y en esta tierra hermosa felices serán.

En el estrato filosófico, el orbe simbólico de la poética es concebido desde una cosmovisión teocéntrica y trascendental, que concibe el universo como planeado, creado y gobernado por una deidad omnipotente y omnisciente. Por tanto, los poemas apuntan a que el destino de los seres humanos se sustenta en superar su vida personal imperfecta hacia un cimero y puro mundo metafísico. Abundan en sus poemas elevados versos, cuyos mensajes revelan esa cosmovisión. La poeta se hunde en profundas reflexiones para expresar su cosmogonía. Escuchemos:

Tú mereces el laurel y la palma
de la fraternidad,
por haber engendrado en tu vientre fecundo
esta parte del mundo,
la más rica y más fértil
y la más acogedora
de todas las tierras
salidas de las manos de Dios. (Canto a América).

La atmósfera de tristeza que embarga la psique es proyectada mediante un oportuno símil, que compara su frustración por la fugacidad amorosa de su amado con los sufrimientos de Jesús en el calvario: un corazón muy roto, cual Cristo agonizante / es lo que llevo dentro, desde que tú te fuiste… (Después de tu partida).

La concepción psicosomática relativa al desdoblamiento de cuerpo y alma (carne y espíritu) de los teístas cristianos, aparece manifestada con emotivos versos:

Y me recuesto sola
en mi lecho de amor
con tu eterno recuerdo
taladrando los huesos,
la carne y el espíritu mío. (Obsesivo recuerdo).

De semejante manera, el símbolo redentor de la cruz para los cristianos y las apariciones marianas constituyen infalibles testimonios de la existencia de Dios.

Hubo algo más hermoso que ruinas, muerte y llanto,
también le fue enseñado el signo de la cruz,
y brotaron las rosas desde el humilde manto
del indito Juan Diego, quien se llenó de luz. (María en América).

El inteligible fluido amoroso también es portador del mensaje divino cuando rememora la sentencia: amar a todo el mundo, los unos a los otros / como nos lo ordenara el divino Rabí, y se manifiesta con mayor intensidad con la invitación a la humanidad a beber en la fuente divina del amor. (Entrega íntima), o cuando compara la expresión poética con el verbo divino: que no se nos escape la huidiza grandeza / del idioma del verso, que es idioma de Dios, dictamina la poeta. (Verso).

La cosmovisión que revelan los poemas es confirmada cuando la autora asegura, en su biografía, que lo más importante para ella es honrar a Dios y guiar a sus hijos para que sean buenos ciudadanos, servir a su pueblo y el cultivo de la amistad sincera. En la composición rotulada Plegaria expresa en versos su elevada y significativo teocentrismo. Oigamos:

Gracias, Señor,
por el regalo de la vida.
Por mis amigos, mi pueblo
mi familia y mi dolor.

El aprecio a los demás es altamente valorado con un poema completo titulado Amistad, con el cual pondera y justiprecia ese valor humano, como lo manifiesta el siguiente fragmento que sirve de ilustración:

Es la amistad el bien que más adoro
y que aprecio grandemente y sin temor.
Es un bello sentimiento, es un tesoro
que debemos cuidar con gran amor.

Por su lado, el plano simbólico tropológico de la poética es rico en figuras literarias y símbolos, imágenes visionarias y visiones. De los tropos, el más utilizado en la poética es la referencia metafórica, cuyo plano evocado refiere a una morada. Aislemos algunas:

Mi ser,
colgado en el marco
rústico
de mi rota ventana…

Otro ejemplo lo encontramos en este par de versos:

Desciende a través del dintel
de mi puerta cerrada…

Claro está que las metáforas evocan los efectos desastrosos del amor inconcluso. En la primera (mi rota ventana) alude al sufrimiento provocado en el alma de la amada por un ser casi inalcanzable, que huye constantemente; la segunda (mi puerta cerrada) refiere al intento inútil de impedimento del fluido amoroso que fluye del ser amado. La poeta se expresa con más frecuencia mediante la imagen cenestésica, que es un artificio poético que se presenta mediante la solidificación de los fluidos. Las metáforas anteriores y las figuras siguientes son ejemplos de ese tipo de imagen proyectada por los versos en diferentes poemas:

Lentamente aparqué mi barquilla
en el puerto de tu cuerpo desnudo…
En los versos citados más arriba el alma se solidifica y aparece simbolizada como “barquilla”. En los siguientes versos el pensamiento se transmuta en rosas.

Y de mis interiores
ofrendarte mil rosas…

Note el lector ahora cómo se la ingenia la aeda para encerrar en un puño las sanas ilusiones que concibe, y las ofrece en forma de transacción. He aquí la propuesta:

Vengo a venderte un sueño
y el costo será ínfimo,
porque un puñado de sanas ilusiones
no tiene ningún precio.

El fluido silente también es trocado a estado sólido y llena imaginarios vacíos con el amor añorado:

Llenarán los silencios
las cárcavas profundas
cubiertas de recuerdos
de tu anhelado amor.

En realidad son imágenes visuales que sorprenden al lector por las transmutaciones que experimentan los planos reales y evocados. Este tipo de imagen es reiterativa en los poemas. En los dos primeros versos del muestrario siguiente, la cantora transmuta la inspiración y renueva la tonadilla, la cual concluye con un desplazamiento calificativo(2) cromático (canción azul) que rememora el estilo modernista. La poeta exclama con entusiasmo:

Mi numen ya marchito
se torna en lozanía
y canta con voz nueva
una canción azul.

La unión de dos seres queridos con intervención del albur torna la existencia en refulgente belleza.

Se unieron nuestras vidas por fuerza del destino
dando luz a mi vida, tornándola más bella.

Con desesperación, la amada intenta la conversión del llanto en alegría, y los desvaríos en caricias.

Convertir estas lágrimas en perlas
y convertir en besos mis quimeras…

En los dos versos siguientes el hálito adquiere poder maravilloso, con la pretensión de la amada de tornar el agua en flores para agradar a su hombre con prodigalidad.

Tocar el agua con mi aliento
y convertirla en rosas.

NOTAS:

(1) En el grupo de poemas amorosos predomina la narración en primera persona singular, propia de los poetas románticos.
(2) El desplazamiento calificativo consiste en la designación de un sustantivo con un adjetivo que le corresponde a otro sentido de percepción humana. En este caso, el sustantivo canción, propio del oído es calificado con un adjetivo propio de la vista, que proyecta una rara imagen sinestésica.

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