jueves, 20 de marzo de 2014
UNA EXPERIENCIA PROFESIONAL GRATIFICANTE
Por Fernando Ferreira Azcona
Transcurría el mes de marzo del año 1974. Yo era un joven profesional que aun no había cumplido los 28 años de edad, lleno de idealismo, y con ese fervor patriótico cometí el error de cambiar un empleo mejor remunerado y con beneficios marginales en la empresa privada, por otro con menor sueldo y sin otros beneficios en la administración pública. Pero, estaba convencido de que la Patria necesitaba de mis servicios. ¡Así de pendejos era nuestra generación!
Sin pensarlo dos veces, dejé un empleo en el Central Romana de la Gulf & Western Américas Corporation, como Director de Investigaciones en Suelos y Fertilización de Caña de Azúcar y Pastos para dirigir el Departamento de Suelos de la Secretaría de Agricultura, una entelequia estatal que nunca había producido resultados y cuyos empleados se pasaban el día rascándose el ombligo…
Cuando llegué a la sede de mi nuevo empleo, localizado en San Cristóbal, me percaté que aquello era una ruina: sin presupuesto, sin equipos ni mobiliario, y un solo vehículo. Una camioneta Ford más vieja que este escribidor y en peores condiciones.
Durante el acto de mi toma de posesión, los ingenieros Carlos Aquino González y José Miguel Cordero Mora, Secretario de Estado de Agricultura y Sub-Secretario de Investigaciones Agrícolas, respectivamente, prometieron apoyar las iniciativas que yo presentara, y con el devenir del tiempo, ambos cumplieron sus promesas.
El reto estaba lanzado y a mí, no hay nada que me motive más, que un reto. Así que a elaborar y a presentar proyectos que luego se convertirían en programas implementados exitosamente, por un equipo de jóvenes profesionales motivados por la ética y la entrega. Todos ganábamos una chilata de sueldo, pero dejábamos la piel en los campos dominicanos, en el cumplimiento de nuestros deberes.
De aquellos empleados que encontré a mi llegada al Departamento de Suelos, de la Secretaría de Agricultura, los que no querían trabajar, “alzaron el vuelo” o fueron cancelados y sustituidos por muchachos tan o más jóvenes que el autor de este artículo.
Es así como contratamos a los agrónomos del ISA Leandro Rodríguez, Rafael Jerez y Arcadio Montilla para la División de Clasificación de Suelos, dirigida por el Ing. José Ramírez y la asesoría del Dr. Pieter Arens, de FAO. La División de Conservación de Suelos estaba a cargo del Ing. Miguel Gómez y le acompañaban el Ing. Eugenio Contreras y el agrónomo Quintino Santana.
Puse al frente de la División de Fertilidad de Suelos a un bendito comunista, recién llegado de Bulgaria, URSS, el Ing. Rafael Tavarez Balbuena, serio, honesto y trabajador como el que más. En esta División también laboraban los Ing. Julio César Peña y René Ledesma.
Como Director del Laboratorio de Análisis Químicos y Físicos estaba el Ing. Quilvio Taveras, con el apoyo de un excelente grupo de licenciadas en química, y como Encargado de Interpretación de los Análisis y Recomendaciones el Ing. Fernando Campos, muy capaz y un trabajador incansable.
Como señalé en un párrafo anterior, nos convertimos en un equipo de cerebros elaborador de proyectos de alta prioridad, los cuales presentábamos ante diferentes instancias para su aprobación y financiamiento. Si no había programas qué ejecutar, no había fondos para trabajar.
La Secretaría de Estado de Agricultura nos aprobó sucesivamente: a) El Programa de Clasificación de Suelos del Bajo Yuna, el cual se extendió desde San Francisco de Macorís hasta Sánchez, pasando Nagua y sus grandes extensiones de suelos orgánicos, b) La Clasificación de los Suelos Cafetaleros de Ocoa, y c) La Clasificación de Suelos del Valle de San Juan. En total, unas 150 mil hectáreas (alrededor de 2.5 millones de tareas), a nivel de semi-detalle. Mientras que a nivel de detalle clasificamos los suelos de varias estaciones experimentales de nuestro país. En todos los casos utilizamos el método Taxonomía de Suelos del Departamento de Agricultura de los EUA.
En Conservación de Suelos y Aguas implementamos, en coordinación con Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos de América (AID), un programa de construcción de pequeñas presas y lagunas para almacenar agua, en la Línea Noroeste y otro de construcción de terrazas en las lomas de San José de Ocoa.
La División de Fertilidad de Suelos implementó amplios programas de investigación en fertilización de los principales cultivos en las diferentes regiones de nuestro país. Atendiendo a criterios técnicos bien definidos, estos experimentos se estandarizaron y los suelos donde se realizaban dichos experimentos se clasificaban por el método ya citado, de tal manera que podíamos realizar comparaciones estadísticas de los resultados obtenidos en un mismo cultivo, pero en diferentes áreas. De igual manera, los resultados de campo se correlacionaban con estudios de invernadero, o sea, bajo condiciones controladas.
También a través de la AID logramos una alianza estratégica con la Universidad de Carolina del Norte, en los Estados Unidos de América, con la cual, equipamos, fortalecimos e incrementamos la capacidad de la División del Laboratorio de Análisis y sirvió de un magnifico enlace entre este y la División de Fertilidad de Suelos.
Los trabajos antes citados generaban miles y miles de muestras de suelos al año, las cuales eran analizadas en nuestro laboratorio. Este equipo tenía además, la responsabilidad de analizar todas las muestras que nos llegaban de los agricultores y hacendados diseminados por toda la geografía nacional, pues ya habíamos dejado de ser la cenicienta de antaño, y la noticia se había expandido. La meta era que los resultados debían estar listos, incluyendo la interpretación de los análisis y las recomendaciones correspondientes al agricultor, a más tardar dos semanas después de recibir la muestra en nuestras oficinas, lo cual logramos con holgura.
Quiero además destacar, que concomitantemente con el desarrollo de los trabajos antes señalados, implementamos un amplio programa de capacitación de los técnicos que laboraban en el Departamento de Suelos. Al menos cuatro ingenieros agrónomos obtuvieron sus respectivas maestrías en EUA, México y Venezuela y otros realizaron estudios especializados en áreas de interés para ellos y el Departamento de Suelos. Posteriormente, dos excelentes técnicos, Rafael Jerez y René Ledesma obtuvieron sus respectivos doctorados en universidades de los Estados Unidos de América.
Fueron cuatro años intensos y productivos. Vaya mi gratitud a este valioso grupo de técnicos dominicanos, que después de transcurridas casi cuatro décadas, aun me honran con su amistad.
Transcurría el mes de marzo del año 1974. Yo era un joven profesional que aun no había cumplido los 28 años de edad, lleno de idealismo, y con ese fervor patriótico cometí el error de cambiar un empleo mejor remunerado y con beneficios marginales en la empresa privada, por otro con menor sueldo y sin otros beneficios en la administración pública. Pero, estaba convencido de que la Patria necesitaba de mis servicios. ¡Así de pendejos era nuestra generación!
Sin pensarlo dos veces, dejé un empleo en el Central Romana de la Gulf & Western Américas Corporation, como Director de Investigaciones en Suelos y Fertilización de Caña de Azúcar y Pastos para dirigir el Departamento de Suelos de la Secretaría de Agricultura, una entelequia estatal que nunca había producido resultados y cuyos empleados se pasaban el día rascándose el ombligo…
Cuando llegué a la sede de mi nuevo empleo, localizado en San Cristóbal, me percaté que aquello era una ruina: sin presupuesto, sin equipos ni mobiliario, y un solo vehículo. Una camioneta Ford más vieja que este escribidor y en peores condiciones.
Durante el acto de mi toma de posesión, los ingenieros Carlos Aquino González y José Miguel Cordero Mora, Secretario de Estado de Agricultura y Sub-Secretario de Investigaciones Agrícolas, respectivamente, prometieron apoyar las iniciativas que yo presentara, y con el devenir del tiempo, ambos cumplieron sus promesas.
El reto estaba lanzado y a mí, no hay nada que me motive más, que un reto. Así que a elaborar y a presentar proyectos que luego se convertirían en programas implementados exitosamente, por un equipo de jóvenes profesionales motivados por la ética y la entrega. Todos ganábamos una chilata de sueldo, pero dejábamos la piel en los campos dominicanos, en el cumplimiento de nuestros deberes.
De aquellos empleados que encontré a mi llegada al Departamento de Suelos, de la Secretaría de Agricultura, los que no querían trabajar, “alzaron el vuelo” o fueron cancelados y sustituidos por muchachos tan o más jóvenes que el autor de este artículo.
Es así como contratamos a los agrónomos del ISA Leandro Rodríguez, Rafael Jerez y Arcadio Montilla para la División de Clasificación de Suelos, dirigida por el Ing. José Ramírez y la asesoría del Dr. Pieter Arens, de FAO. La División de Conservación de Suelos estaba a cargo del Ing. Miguel Gómez y le acompañaban el Ing. Eugenio Contreras y el agrónomo Quintino Santana.
Puse al frente de la División de Fertilidad de Suelos a un bendito comunista, recién llegado de Bulgaria, URSS, el Ing. Rafael Tavarez Balbuena, serio, honesto y trabajador como el que más. En esta División también laboraban los Ing. Julio César Peña y René Ledesma.
Como Director del Laboratorio de Análisis Químicos y Físicos estaba el Ing. Quilvio Taveras, con el apoyo de un excelente grupo de licenciadas en química, y como Encargado de Interpretación de los Análisis y Recomendaciones el Ing. Fernando Campos, muy capaz y un trabajador incansable.
Como señalé en un párrafo anterior, nos convertimos en un equipo de cerebros elaborador de proyectos de alta prioridad, los cuales presentábamos ante diferentes instancias para su aprobación y financiamiento. Si no había programas qué ejecutar, no había fondos para trabajar.
La Secretaría de Estado de Agricultura nos aprobó sucesivamente: a) El Programa de Clasificación de Suelos del Bajo Yuna, el cual se extendió desde San Francisco de Macorís hasta Sánchez, pasando Nagua y sus grandes extensiones de suelos orgánicos, b) La Clasificación de los Suelos Cafetaleros de Ocoa, y c) La Clasificación de Suelos del Valle de San Juan. En total, unas 150 mil hectáreas (alrededor de 2.5 millones de tareas), a nivel de semi-detalle. Mientras que a nivel de detalle clasificamos los suelos de varias estaciones experimentales de nuestro país. En todos los casos utilizamos el método Taxonomía de Suelos del Departamento de Agricultura de los EUA.
En Conservación de Suelos y Aguas implementamos, en coordinación con Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos de América (AID), un programa de construcción de pequeñas presas y lagunas para almacenar agua, en la Línea Noroeste y otro de construcción de terrazas en las lomas de San José de Ocoa.
La División de Fertilidad de Suelos implementó amplios programas de investigación en fertilización de los principales cultivos en las diferentes regiones de nuestro país. Atendiendo a criterios técnicos bien definidos, estos experimentos se estandarizaron y los suelos donde se realizaban dichos experimentos se clasificaban por el método ya citado, de tal manera que podíamos realizar comparaciones estadísticas de los resultados obtenidos en un mismo cultivo, pero en diferentes áreas. De igual manera, los resultados de campo se correlacionaban con estudios de invernadero, o sea, bajo condiciones controladas.
También a través de la AID logramos una alianza estratégica con la Universidad de Carolina del Norte, en los Estados Unidos de América, con la cual, equipamos, fortalecimos e incrementamos la capacidad de la División del Laboratorio de Análisis y sirvió de un magnifico enlace entre este y la División de Fertilidad de Suelos.
Los trabajos antes citados generaban miles y miles de muestras de suelos al año, las cuales eran analizadas en nuestro laboratorio. Este equipo tenía además, la responsabilidad de analizar todas las muestras que nos llegaban de los agricultores y hacendados diseminados por toda la geografía nacional, pues ya habíamos dejado de ser la cenicienta de antaño, y la noticia se había expandido. La meta era que los resultados debían estar listos, incluyendo la interpretación de los análisis y las recomendaciones correspondientes al agricultor, a más tardar dos semanas después de recibir la muestra en nuestras oficinas, lo cual logramos con holgura.
Quiero además destacar, que concomitantemente con el desarrollo de los trabajos antes señalados, implementamos un amplio programa de capacitación de los técnicos que laboraban en el Departamento de Suelos. Al menos cuatro ingenieros agrónomos obtuvieron sus respectivas maestrías en EUA, México y Venezuela y otros realizaron estudios especializados en áreas de interés para ellos y el Departamento de Suelos. Posteriormente, dos excelentes técnicos, Rafael Jerez y René Ledesma obtuvieron sus respectivos doctorados en universidades de los Estados Unidos de América.
Fueron cuatro años intensos y productivos. Vaya mi gratitud a este valioso grupo de técnicos dominicanos, que después de transcurridas casi cuatro décadas, aun me honran con su amistad.
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Mi hermano ,si usted paso por ahí ,de seguro que dejo huellas que hoy ,como tu señalas se ven a legua .¡ Me siento orgulloso de ser su hermano ! Abrazos. Evelio Martínez
ResponderBorrarEstá demostrado que no importa la cantidad de súper estrellas que reúna en su alineación, ello no garantiza la victoria de un equipo si no tiene a la cabeza un buen dirigente que canalice las destrezas de los individuos que lo componen y los utilice de la manera más eficaz posible, de modo que puedan dar lo mejor de sí y descollar, al tiempo que contener sus egos que son de las fuerzas más destructoras dentro de cualquier equipo.
ResponderBorrarTambién es sabido que un buen dirigente puede llevar un equipo sin súper estrellas, y hasta mediocre, a ser dominante solo por la sinergia que logre entre sus miembros quienes comprenden en todo momento que la fuerza conjunta es más poderosa que la de un individuo y no se apartan jamás de ese postulado.
Se gana en equipo, pero el equipo es una reflexión de su dirigente y no me cabe la más mínima duda del tipo de trabuco que logró combinar Fernando, disciplinado y motivado, porque conozco bien la calidad del dirigente.
Muy edificador tu escrito, Mano.
Isaías
Cabezón; considero que su decisión de dejar camino real por vereda, o sea dejar ese tremendo empleo privado por el Estado no estuvo mal , porque sus principios lo llamaron a cumplir con su tierra. Hoy los que sabemos y conocimos aquella época del Profesional del campo es que sabemos valorar ese gran trabajo desarrollado por ese Departamento de Suelos de la Secretaría .
ResponderBorrarFue la época en que el técnico de campo (me incluyo ) comenzamos a valorar la gran importancia de analizar los suelos y a la vez conservarlos; andábamos con la fundita al hombro buscando muestras y a la vez desarrollando una campaña educativa entre agricultores en todos los niveles,integrando al productor a conocer su fuente de ingresos.
Durante aquellos años la clase técnica a nivel de campo aprendíamos y capacitábamos ,ya que nuestra introducción al conversar con el agricultor era sobre hacer su análisis de suelo.
Todo esto ,viene desde esos años que usted y ese grupo de técnicos dedicados al campo emprendieron ese arduo trabajo que de manera directa e indirectamente se reflejaba en nosotros como un eslabón de esa cadena del agro.
Este tipo de trabajo por ese Departamento ante la comunidad no recibe apláusos por la gran mayoría ignorar los grandes beneficios billonarios que representa esas aplicaciones técnicas a nuestros suelos. Son héroes anónimos.
No quisiera subestimar la clase agronómica actual, talvez esté confundido ,pero en nada se parece a ese grupo de los 70 ' y parte de los 80' , que a pesar de que la actual obtener mayores adelantos , mejores sueldos y condiciones su interés por el campo dista mucho ;talvez los sistemas gubernamentales influyan ,pero el interés patriótico no existe.
Fui un técnico medio, a nivel de campo,laboré en el IAD,Adm. Proyectos Colectivo de Arroz y luego Enc. Reg. Fomento Arrocero Zona Noroeste desde Navarrete hasta Dajabón donde hice mi historia .Cito esto como una muestra, ya que en visita realizada a nuestra Regional, casi estallo en llanto al ver ese panorama de olvido hacia el campo.
Muy bueno,Cabezón
Manito
En verdad que fue una experiencia profesional gratificante, al leer tu articulo, vienen a mi alegría y nostalgia a la vez, alegría al recordar aquellos momentos de sentir un verdadero sentimiento patriótico desde cualquier punto de vista ideológico, pues tú egresado de la mismas entrañas del monstruo capitalista y brutal, Estados Unidos, como decíamos nosotros los comunistas y yo recién llegado del otro extremo del la orbita comunista Bulgaria, Peñita de la UASD y Ledesma de la UMPHU, sin mirar ideologías unimos esfuerzos y voluntades y creamos bajo tú dirección, equipos de trabajo, produciendo primero que nada una mística de trabajo con ética, responsabilidad y respeto y de esa manera dejar sentado las bases y referencias históricas para el desarrollo agropecuario en nuestro país. Mística y resultados que hoy han sido olvidados y tirados en el zafacón del olvido y de eso siento nostalgia, porque hoy en día han desaparecido esos valores morales, que eran el estandarte de nuestro trabajo. Lastima que no aparezcan los resultados de nuestras investigaciones a nivel de campo y laboratorio, que sentaron las bases de el aumento de la producción en cultivos de habichuelas, maíz, plátanos, yuca, batata y otros, en diferentes regiones del país, pues se encargaron de desaparecerlos y destruirlos con malsanas intenciones.
ResponderBorrarConsidero y así lo expreso, que ese momento, fue el de mayor realización profesional para mi y además por haber podido encontrar y establecer el vinculo de amistad y hermandad, que hasta hoy se mantiene, contigo y con toda la familia de ambos lados. Los valores cuando están cimentado sobre principios, siempre se mantienen. Tavarito
Gracias, amigos/hermanos. Al leer sus comentarios, la experiencia profesional narrada en este artículo se torna aun más gratificante. La seguridad de Evelio de mis huellas plasmadas en esos terrenos. El liderazgo destacado por mi querido hermano Isaías y saber proporcionarle el espacio necesario a cada miembro del equipo para que brillara con luz propia. Enterarme a través de Manito, que nuestro esfuerzo y ejemplo servía de motivación a otros técnicos más jóvenes, quienes también dejaban la piel en los campos y nos abastecían de muestras para ser analizadas por nuestro Departamento, en la seguridad de que recibirían resultados y recomendaciones oportunas, me llena de satisfacción. Igualmente, el comentario del "bendito comunista llegado de Bulgaria", me eriza la piel. Igual se me hincha el pecho de orgullo al contar con la gran amistad que nos une desde entonces. Sin lugar a dudas, ese grupo de muchachos, cuyo trabajo trascendió las fronteras de nuestro país, supo poner a un lado las diferencias ideológicas y nuclearse alrededor una mística y una ética de trabajo admirables.
ResponderBorrarLástima grande, como señala "mi comunista favorito" que la falta de continuidad del Estado, la falta de conciencia o el interés de quienes nos sucedieron, incapaces de emular nuestra productividad, en deshacerse de "esa maldita sombra" los llevara a "desaparecer y destruir con malsanas intenciones" el legado de nuestro equipo de trabajo. Qué pena porque TODO lo que hicimos estaba documentado y dejamos suficientes copias en la biblioteca que nos esforzamos en construir en el Departamento de Suelos, de la Secretaría de Estado de Agricultura.
De nuevo, mi gratitud a todos y cada uno de los miembros de este valiosísimo equipo de trabajo (varios que por limitación de espacio no mencioné, pero cuyos nombres llevo en mi corazón), y a ustedes, gracias por sus comentarios.
Abrazos,
Ferna Ferreira.