POR FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES
Cuando se marcha de este mundo una persona como Hamlet Hermann, uno siente que muere una parte de sí mismo y que se pierde un pedazo de Patria.
Con sus defectos y virtudes, fue un hombre auténtico y consecuente con sus ideas y principios revolucionarios a los que nunca renunció.
Vivió intensa y extensamente, aunque deja la sensación de que se fue a destiempo entre quienes tuvimos el privilegio de tratarlo.
Se ejercitaba y cuidaba físicamente, y en lo intelectual se mantenía vigente con sus trabajos de ingeniería, investigaciones, artículos periodísticos y libros.
Era admirado y respetado, hasta por sus contrarios. De temperamento jocoso y juvenil aunque intransigente en su lucha y denuncias contra la corrupción del sistema.
Defendía con vehemencia sus puntos de vista y fue un crítico inclemente con los ex compañeros de su última militancia política partidista.
Su participación en la gesta de abril del 65 y en la guerrilla de playa Caracoles contra el gobierno represivo y corrupto de Joaquín Balaguer, lo elevaron a la categoría de héroe.
Con esa aureola llegó al Partido de la Liberación Dominicana cuando lo dirigía Juan Bosch y luego en el primer gobierno de esa entidad aceptó un cargo que ejerció con responsabilidad y honradez.
Pronto comprendió que sus criterios e ideas sobre el Estado y su manejo, no iban acorde con las ejecutorias del gobierno llegando a entrar en franca contradicción con sectores oficiales que se sentían por encima de la ley.
Tuvo la gallardía de renunciar al Comité Central de ese partido y al cargo de director de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), donde venía realizando el mayor intento serio de organizar el tránsito que se conoce en el país.
Se fue a su casa en las mismas condiciones económicas con las que ingresó al gobierno y se dedicó a su profesión de ingeniero, a investigar y a escribir, lo que siempre fue su pasión.
Con la dignidad que viviό, sorpresivamente murió, dejando un imperecedero legado de patriotismo y lucha por los mejores intereses de la nación.
¡Descanse en paz, guerrillero de la Patria!
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