TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar-Fernández
“Madre serás, dijo Dios allá arriba, y te hizo a ti mujer para convertir el amor en vida.” Desconocido
Uno de estos días ordené una compra por teléfono que me sería enviada por servicio a domicilio. El mensajero llegó con todos los efectos solicitados, y después de ponerlos en orden, hice un tiempo para revisar la factura y así ponerme al día con los precios. Me sorprendí al notar que un salami especial que pedí y me trajeron, no aparecía en la lista de lo cobrado. Revisé el valor del artículo y me dije: “Ah… estos precios están muy caros, así que esos $200 y tantos pesos son un regalo por todo lo que los dueños nos sacan a los consumidores”, y guardé tranquilamente de nuevo mi salami. Pero, al instante sonó la voz de Ana Delia(*) martillando mi conciencia con un “eso es robar”.
Pretendí no hacer caso a su insistente intromisión en mi pensamiento, y la oía una y otra vez recordándome como siempre lo hacía, que la honestidad comienza con las más pequeñas cosas, y que el que coge un centavo ajeno, luego toma un peso y después quién sabe cuánto.
“Ok mamá- rebatía hablando a solas con su memoria- ¿cuánto nos robarán ellos inflando los precios y cobrándonos de más?", y me contesté como ella lo haría: “porque otro haga mal, tú no tienes que hacer igual”. Después de esa disputa con sus enseñanzas, no me costó más que llamar al supermercado y decirle a la cajera que me asistió, que no me había cobrado el dichoso salami.
Ella se sorprendió, y yo me avergoncé de mi rancia honestidad, y hasta le expliqué para justificarme, que aunque ella se riera y pensara que soy una tonta, mi conducta responde a una formación de la que no me he podido zafar, porque mi madre creó en mi unos valores que a veces hasta me pesan. El mensajero vino y yo pagué lo debido, entonces entendí que hay momentos en la vida que hasta para ser honestos tenemos que ser valientes.
Ana Delia… ¡te pasaste!, le repetía mirando al cielo, a la vez que le agradecía por haber hecho de mí, quien hoy soy.
(*) En caso de que no lo sepa, la autora se refiere a Dña. Ana Delia Jorge, su madre muerta hace casi 60 años, pero todavía presente en sus enseñanzas. (Administrador)
Es esa, la conducta que todos debemos asumir. Quien es honesto en lo poco, también lo es en lo mucho. Felicitaciones hermana.
ResponderBorrarMonchy.
Lavinia: Siempre he dicho, que cuando le puedas justificar algo mal hecho a tu propia conciencia... estás perdido. Te felicito por haber actuado correctamente.
ResponderBorrarUn beso,
Fernan Ferreira.