MANICOSAS
Por Manito Santana
I - NAVIDAD EN MI CASA
Entre el año 1958 y principio de los 60.
Llegó Diciembre, ¡Cuánta alegría se sentía al llegar este mes, y más cuando en el viejo radio alemán de mi casa, marca "Telefunken", se escuchaba
"Traigo un ramillete, traigo un ramillete, de un lindo rosal, un año que viene y otro que se va", interpretado por el Trío Vegabajeño y la famosa
"A las arandelas, a las arandelas, de mi corazón", y a Celia Cruz, la guarachera, y Carlos Argentino, con la Sonora Matancera,
"deseando a todos mil felicidades, en los días alegres de las navidades", pues ya comenzaban a sentirse los aires navideños y se acercaba el 24 de Diciembre, la Nochebuena; fecha esperada por todos, desde los niños de 6 o 7 años, los jóvenes en pubertad y mentiría si no digo que hasta los maduros; pues las Navidades eran todo un regocijo, una felicidad colectiva donde el pobre con sus limitaciones económicas las disfrutaba y olvidaba su miseria durante esos días al ver los
cacaítos o kisses, los llamados coquitos muy duros de romper, las nueces parecidas al cerebro humano, por cierto poco agradables en sabor, las almendras, los sacamuelas y
kraft, muy buenos pero peligrosos para los que teníamos muelas careadas por el dolor provocado con su dulzura; por último, las uvas, peras y manzanas, muchas veces partidas en dos para repartirlas dada la escasez (no del producto sino del con qué), cuyos olores característicos invadían nuestras casas anunciando que estábamos en Navidad.
Ahh, ¡qué Navidades aquellas; cuánto disfruté de ellas! ¡Cuánto amor en el ambiente!: "¡toma, llévale al vecino!", y trayendo de allá para acá otro plato distinto.
Era cuando dentro de las alegrías y el gozo, a las 12 de la noche de ese día se acudía a la "Misa del Gallo", a orar por los demás y dar gracias a Dios con el corazón; cosa esta que hoy han sido sustituidas por los simulacros de los sentimientos en gran parte de los que acuden al sagrado templo.
Mi Madre, mujer conocida tanto por ella como por sus bellos hijos donde estoy incluido yo, en la época navideña manejaba sus chelitos ya que era famosa vendiendo puerco asado por encargo dado el buen sabor con que lo sazonaba y la buena asada dada en la panadería de mi tío Tito Santana en primera, (los hay en segunda también).
"Luis Caco", famoso hombre de negocios del barrio el Rincón era unos de los suplidores de los verracos a la empresa de mi vieja.
Algunas veces estas negociaciones se celebraban de madrugada, cosa esta que mamá le preguntaba a Luis el por qué a esas horas, a lo que él contestaba: "es que tengo demasiados compromisos y quiero atenderte a ti primero". Mamá, muy creída y confiada de su suplidor le aceptaba sus razones, descubriéndose luego que eran puercos "mal habidos", procedentes de víctimas poseedoras de grandes porquerías que apenas notaban la falta de uno o dos animales de estos. Mi vieja se hizo de la vista gorda fingiendo no saber del robo y siguió madrugando sin volverle a preguntar y así, de surgir cualquier eventualidad con su compra, mantener su inocencia de complicidad. ¡Ofrézcome!
La doña, para sacrificar el animal lo más pronto posible, usualmente buscaba a don Bulín Ventura, hombre de respeto en el barrio, de caminar y diálogo calmado, quien casi a oscuras le da una estocada al animal, no en el sitio adecuado, y por desgracia el puerco se le zafa y sale corriendo con el cuchillo enganchado, y mamá y el matador detrás de su presa por los patios contiguos de Chicha Minier y doña Fefa, hasta que por fin lo agarran próximo a los queridos difuntos Patria y Genarito Colón.
Mamá, llena de ira, solo mira a don Bulín sin atreverse a reprocharlo por respeto. Fue el último sacrificio ejecutado por ese señor, ya que por más que se insistió, no quiso volver; considero que tan solo el hecho de recordar ese paseo que ese puerco dio con el cuchillo enganchado significaba una burla a su pericia de sacrificios traicionada por la oscuridad del amanecer.
El día 24, la alegría comenzaba con el estreno de una camisa, un pantalón y unos zapatos. ¿Algunos eran Panchos? No sé, ni me interesaba saberlo; lo importante era que YO estaba estrenando.
Ese 24 por la noche es donde la alegría en la familia se multiplica con la llegada de los que residen fuera, al sentarnos en la mesa a degustar ese lechón asado, las ensaladas mixtas y rusa, el casabe, los dulces, y los cánticos navideños, más unos traguitos que libados por personas no acostumbradas provocaba una ligera borrachera que los obligaba a dar un viajecito al patio.
Para los niños de esa época, al menos para algunos, su gozo mayor se producía al otro día con la llegada del "Niño Jesús" con sus juguetes que aparecían debajo de sus camas; esto sucedía principalmente con los niños ricos o de posición económica media alta. A nosotros los no acomodados nos causaba cierto recelo los cuales eran bien apaciguados por nuestros viejos al convencernos de que Los Reyes Magos vienen en camino y llegan el 6 de enero. En esa fecha era que más disfrutábamos pues éramos la gran mayoría.
Esa mentira piadosa del Paquete de yerba y el agua depositada debajo de la cama para esos camellos más la cartita pidiendo a los Reyes los juguetes deseados fue la mentira más bonita antes de saber la realidad (quisiera volver a esa inocencia ) a pesar de yo enfogonarme con estos Reyes por repetirme de juguete la bendita paleta con su bolita todos los años, esperando yo esa escopeta y el revólver con su canana . Este odio se diluía con otra mentirita suave: "Los Reyes pasaron pobres este año".
Para apaciguar la pobreza casi extrema de muchos niños hubo que inventar a una vieja llamada Belén que también llegaba a traer juguetes el 21 de Enero, valiéndose los padres de los padrinos para conseguir qué dejarle a sus ahijados y ponerlos a la par con todos los que habíamos recibido previamente y así borrarles esa tristeza de haberse quedado esperando un juguete al igual que los demás. Esto me conmueve todavía al pensar que para muchos los Reyes Magos nunca llegaron.
II - MI PRIMER JUMO
Ya entrado en edad, cuando los sobacos toman olores no agradables combatidos estos con desodorante Sudorina Estrella Azul y Deporte y se van poblando al igual que otras partes del cuerpo, nos comienzan a dar a probar los famosos vinos Moscatel caballo blanco y Corazón de Jesús, pasando al inconfundible Ponche Crema de Oro y el Anís Confite de olor agradable; bebidas estas que identificaban la Navidad y que no podían fallar.
Todo esto complementado con los montantes, las mechitas, los torpedos, pata'e gallina, buscapiés y vejigas; en verdad era una noche muy muy buena, una verdadera NOCHEBUENA.
Medio vaso de vino Moscatel nos hacía sentir alegres; nuestra bebida era supervisada o controlada por los superiores, pero siempre aparecía un Tío con dos tragos en la cabeza que nos brindaba uno extra y algunas veces se nos iban las manos y caíamos en la tontera que se identificaba con una buena vomitada de todos aquellos dulces, variedades de arroz y ensaladas y carnes, yendo a parar a la cama y perderse el resto de esa alegre noche.
Recuerdo mi primer y real Jumo, junto a mi eterno amigo Nanito Espinal , hijo de doña Nenita Tió, hermano de Luis el de la Casona y otros hermanos muy queridos todos en nuestro pueblo. Nano y yo, los dos provistos de los detalles dados que caracterizan a los hombres, conseguimos un frasco de Ron Cidra de Bermúdez y con un permiso a media falsificado en parte, ya que salimos para el parque el cual cruzábamos y lleno de una hombría deseada partimos a dar un recorrido por los distintos barrios de nuestro pueblo, llevando como exhibición ese pote con esa etiqueta amarilla con la cara de un gato, cosa esta poco vista en muchachos de nuestra edad, unos 10 u 11 años.
Iniciamos por el barrio del Rincón, cruzando para Los Cambrones y terminando por los alrededores de los chaletcitos, por donde está el Hotel Cahoba no construido para esa fecha. En ese sector, frente a una de esa casas, privando los dos en enamorados de unas niñas residentes por ese sector, se nos agota el real conocimiento de lo que estábamos haciendo.
Aquí comenzaron a dar vueltas nuestras cabezas, la vomitadera, la gritadera que atrajeron a varios curiosos que nos identificaron y a partir de ese momento solo recuerdo haber despertado en mi casa al otro día dándole continuación a ese segundo capítulo de vómitos acompañado de varias "tabaná" con sus correazos por haber faltado y violado los límites del permiso hasta el Parque.
Pasada esa fecha, al cruzar frente a cualquier pulpería, cerraba mis ojos para evitar ver el maldito gato de la botella de Bermúdez.
Hoy, estas Navidades han perdido el significado, hay más riquezas monetarias para organizarlas, pero mucha pobreza para celebrarlas.
Nos quedan pequeños sectores tradicionalistas que al verlo nos causan nostalgia y nos hace remontar hacia aquellos años.
Y su primer Jumo, ¿dónde y cuándo fue?
Espero haber arrancado una sonrisa a sus labios. Felices Pascuas, amigos míos. Gracias por la generosidad que me dispensan. Paz y prosperidad a ustedes y a sus seres queridos durante el año venidero y siempre. Manito.