jueves, 23 de mayo de 2013

BUSCANDO NIVEL

A TRES AÑOS DE UN CRIMEN QUE CONMOCIONÓ A MAO
Por Fernando Rodríguez Céspedes


Dando seguimiento al caso Jordi Veras en Santiago, viendo las declaraciones del ex presidente de la Suprema, Jorge Subero Isa, sobre "la solución política" al expediente de la Sun Land, y leyendo a Rafael Acevedo de cómo convirtieron de víctima en victimaria a una tía asaltada en su hogar de La Vega, se tiene que concluir en que la justicia dominicana anda muy mal.

Existen decenas de casos que corroboran esta percepción pero, como testigo de excepción, me voy a referir a un crimen, que este sábado 25 de Mayo cumple tres años sin que las autoridades hayan resuelto nada, y lo peor es que con su negligencia, han victimizado doblemente al esposo de la occisa quien ha acudido insistentemente a todas las instancias judiciales y policiales sin ningún resultado.

Me refiero al cobarde asesinato de la joven madre maeña Yasmín Valdez de Rodríguez encontrada degollada en su hogar por su esposo el historiador y profesor universitario Manuel Rodríguez Bonilla, víctima de una campaña difamatoria que pretendió inculparlo y que desvió la atención de las autoridades contribuyendo, hasta hoy, a la impunidad de los asesinos.

La mala fe o torpeza del fiscal adjunto de Mao, licenciado Nelson Rodríguez, contaminó las investigaciones del crimen al expresar en voz alta, a los pocos minutos de llegar al escenario de los hechos, que ese era "un crimen pasional", afirmando que el esposo fue quien la asesinó. Esta temeraria afirmación desató los demonios del morbo y una infame campaña contra el viudo.

Pese a que ninguna autoridad, pesquisa ni investigación, le han hallado pruebas o implicaciones en el crimen, Rodríguez Bonilla sigue siendo difamado y perseguido por los familiares de la difunta y sus pertenencias arbitrariamente secuestradas por el Ministerio Público de Santiago, mientras pasa miles de vicisitudes con sus dos niños a cuesta, sin poder visitar, ni siquiera, el pueblo, al que tanto sirvió.

A lo largo de estos tres años, se han señalado nombres y se han presentado situaciones como la de Enyi García Rivera quien confesó, aunque después echó para atrás, su participación en el crimen e identificó a José Rubén Matías Infante y a un tal Jonathan como los ejecutores del mismo y quienes les pagaron por su participación que era, según él, acechar y avisar cuando el esposo saliera.

Estos nombres coinciden en el cruce de información con un reporte hecho a raíz del asesinato donde se estableció que esos individuos, junto a otros debidamente identificados, habían sido denunciados ante el fiscal adjunto Nelson Rodríguez, como participantes en el hecho, por una persona cuya identidad se reserva por razones de seguridad.

No obstante estas evidencias, que pudieron ser la base de una investigación seria y efectiva, fueron desestimadas por la entonces fiscal de Santiago Yeni Berenice Reynoso bajo el alegato de que Enyi había recibido un par de bofetadas en la Policía de Mao. Lo dejó en libertad, retrocediendo las investigaciones al punto cero para sorpresa de quienes seguimos de cerca el caso.

En esa penosa situación de estancamiento se encuentra el proceso investigativo del asesinato de Yasmín pese a los esfuerzos, comunicaciones y visitas realizadas por su esposo a las más altas instancias judiciales y policiales en procura de que sean capturados y sometidos a la justicia los asesinos de su compañera y madre de sus dos pequeños hijos.

Sin embargo, quienes conocimos de cerca la amorosa y respetuosa relación por diez años de este matrimonio, y damos testimonio de la formación cristiana, educación y valores morales de Manuel Rodríguez Bonilla, estaremos con él hasta el final, esperando que la justicia divina y la de los hombres se impongan, a pesar de lo mal que sabemos, anda esta última.

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